Cervell i fòbies.
En un determinado punto de nuestro nebuloso pasado evolutivo, se refería
únicamente a riesgos reales, físicos, que ponían en peligro la vida del
individuo, porque el mundo estaba básicamente lleno de ellos. Pero hace ya
mucho tiempo que nuestras vidas no son así. El mundo ha cambiado, pero nuestros
cerebros no se han puesto aún al día de la realidad humana de los últimos
siglos y pueden inquietarse con cualquier
cosa, literalmente (…) Todo aquello que pueda tener una consecuencia
negativa, por pequeña o subjetiva que resulte, es clasificado como
“preocupante”. (…) ¿Alguna vez ha evitado pasar por debajo de una escalera, o
se ha quedado en casa un martes 13? Pues si es así, presenta todos los síntomas
de ser una persona supersticiosa: alguien que se estresa de verdad por
situaciones o procesos que carecen de
toda fundamentación real. Ello le lleva a seguir comportamientos que,
considerados con un mínimo de realismo, no pueden tener efecto alguno en la
evolución de los acontecimientos y que solo le sirven para que usted se sienta más seguro. (100)
(…) Nuestro cerebro puede crear fobias que hagan que nos angustie algo que,
aun entendiendo que es inofensivo, nos produzca un desproporcionado temor.
Puede haber ocasiones, incluso, en las que el cerebro ni se moleste en
encontrar motivación alguna para inquietarse sin más y simplemente se preocupe
por (literalmente) nada. ¿Cuántas veces habrá oído a alguien quejarse de que
hay “demasiado silencio”, o de que algo malo se avecina porque las cosas han
estado demasiado tranquilas últimamente? Esa inquietud puede inducir en una
persona un trastorno de ansiedad crónica. (…) ¿Quién necesita predadores cuando
nuestros crecidos cráneos nos cargan con el peso del estrés persistente?
(100-101)
Dean Burnett, El cerebro idiota, Editorial Planeta, Barcelona 2016
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