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Esperit científic contra esperit teològic (Miguel de Unamuno)

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Lo propio y característico de la abogacía es poner la lógica al servicio de una tesis que hay que defender, mientras el método, rigurosamente científico, parte de los hechos, de los datos que la realidad nos ofrece para llegar o no llegar a conclusiones. (...) La abogacía supone siempre una petición de principio, y sus argumentos son ad probandum . Y la teología supuestamente racional no es sino abogacía.  Para el teólogo, como para el abogado, el dogma, la ley, es algo dado, un punto de partida que no se discute sino en cuanto a su aplicación y en su más recto sentido. Y de aquí, que el espíritu teológico o abogadesco sea en su principio dogmático, mientras que el espíritu estrictamente científico, puramente racional, es escéptico, esto es, investigativo (...) la ciencia verdadera, la ciencia investigativa, escéptica en el sentido primitivo y directo de ese término, no amina a una solución ya prevista sino a ensayar una hipótesis. (págs. 94-95) Miguel de Unamuno , Del sentimiento ...

El perdedor radical I: una figura humana que val la pena investigar.

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Nadie se interesa espontáneamente por el perdedor radical. El desinterés es mutuo. En efecto, mientras está solo (y está muy solo) no anda a golpes por la vida; antes bien, parece discreto, mudo: un durmiente. Si alguna vez llega a hacerse notar y queda constancia de él, provoca una perturbación que raya en el espanto, pues su mera existencia recuerda a los demás que se necesitaría muy poco para que ellos se comportasen de la misma manera. Si abandonara su actitud, quizá la sociedad incluso le ofrecería auxilio. Pero él no piensa hacerlo, y nada indica que esté dispuesto a dejarse ayudar. A muchos profesionales, el perdedor radical les sirve de objeto de estudio y medio de vida. Psicólogos sociales, trabajadores sociales, políticos responsables de asuntos sociales, criminólogos, psicoterapeutas y otros que no se autocalificarían como perdedores radicales, se ganan el pan de cada día ocupándose de él. Pero, aun poniendo la mejor voluntad, el cliente permanece opaco a sus miradas, pues s...

El perdedor radical II: la víctima radical.

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Quien desee entender al perdedor radical tal vez debería profundizar más en las cosas. El progreso no ha eliminado la miseria humana, pero la ha transformado enormemente. En los dos últimos siglos, las sociedades más exitosas se han ganado a pulso nuevos derechos, nuevas expectativas y nuevas reivindicaciones; han acabado con la idea de un destino irreductible; han puesto en el orden del día conceptos tales como la dignidad humana y los derechos del hombre; han democratizado la lucha por el reconocimiento y despertado expectativas de igualdad que no pueden cumplir; y al mismo tiempo se han encargado de exhibir la desigualdad ante todos los habitantes del planeta y en todos los canales de televisión durante las 24 horas del día. Por eso, la decepcionabilidad de los seres humanos ha aumentado con cada progreso. “Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo”, observa el filósofo. “Más bien se dan por supuestos, y la atención se ...

El perdedor radical III: qui conspira contra mi?

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¿Quiénes son, pues, esos agresores anónimos y superpoderosos? Responder a esta punzante pregunta desborda a ese ser singularizado, reducido a sí mismo. Si no le sale al paso un programa ideológico, su proyección no encuentra ningún objetivo social; lo busca y lo halla en el entorno cercano: el superior injusto, la esposa rebelde, los niños vociferantes, el vecino maligno, el colega intrigante, la autoridad tozuda, el facultativo que le niega el certificado médico, el profesor que le pone malas notas. ¿Y no habrá también maquinaciones de un enemigo invisible y sin nombre? En este caso, el perdedor no tendría que confiar en su propia experiencia y podría echar mano de lo que ha escuchado en alguna parte. A los menos les es dado inventar una quimera aprovechable para sus fines. Por eso, el perdedor aprovecha el material que flota libremente en la sociedad. No es difícil localizar a los poderes conminatorios que le tienen ojeriza. Se trata generalmente de los inmigrantes, servicios secreto...

El perdedor radical IV: contra l'instint de conservació.

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Al sentido común, la lógica del perdedor radical le resulta incomprensible. Aquél apela al instinto de conservación, considerándolo un hecho natural, indiscutible e incuestionable. Sin embargo, esta noción responde a una idea precaria, históricamente muy variable. Es cierto que ya los griegos se referían al instinto de conservación. Todo animal y todo ser humano estaban predispuestos, desde su nacimiento, a hacer lo posible para sobrevivir: así lo enseñaban los estoicos. También en Spinoza el concepto desempeña un papel central. Habla de  conatus , entendiendo por ello una fuerza que habita sin excepción en todo ser viviente. Kant, en cambio, ofrece una lectura distinta: según él, no se trata de un instinto natural puro, sino más bien de un postulado ético. “La […] primera obligación del hombre consigo mismo es, por su condición de bestia, la conservación de su naturaleza animal.” De lo que Lichtenberg deduce: “Qué deplorable es el hombre si todo debe hacerlo él mismo; exigirl...

Franco Volpi interpreta la "història d'un error" de Nietzsche.

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En un breve texto inserto en el Crepúsculo de los ídolos (1888), titulado "Cómo el mundo verdadero terminó por convertirse en fábula", Nietzsche ofrece un compendio iluminador de la historia del nihilismo-platonismo en seis capítulos.  1.Nietzsche alude aquí a la situación que se verifica en la primera fase de la historia del platonismo-nihilismo, es decir, al capítulo que corresponde al pensamiento de Platón: se postula la existencia de un mundo verdadero, suprasensible, que, sin embargo, no ha llegado a ser aún una entidad meramente "ideal", "platónica", sino que es alcanzable para los sabios.  2.En la segunda fase se abre la fractura entre mundo ideal y mundo sensible, entre trascendencia e inminencia, desde el momento en que incluso para el sabio el mundo ideal es sólo una promesa, por tanto, por ahora inalcanzable. Contextualmente se desvaloriza el mundo sensible: la existencia terrena se degrada al ámbito de la apariencia, de la transitoriedad, aun ...

Vattimo interpreta la "història d'un error" de Nietzsche.

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En una famosa página del Crepúsculo de los ídolos , bajo el título «Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en fábula», Nietzsche recorre de nuevo las etapas de esta consumación. En primer lugar, la filosofía griega creyó colocar la verdad del mundo en un más allá metafísico—el mundo de las ideas de Platón que, con su precisión y estabilidad, debían garantizar la posibilidad de conocer rigurosamente las cosas cambiantes y mutables de la experiencia cotidiana—; después, mucho más adelante en la misma historia filosófica de la idea de verdad, llegó el descubrimiento kantiano de que el mundo de la experiencia está co-constituido por la intervención del sujeto humano (sin las formas a priori de la sensibilidad y del entendimiento no hay «mundo», sólo una «cosa en sí» de la que no sabemos nada, salvo que no podemos negar que exista); finalmente, el pensamiento toma consciencia de que lo que es verdaderamente real, como dicen los positivistas, es el hecho «positivo», esto es, el dato ve...