208: José Luis Moreno Pestaña, Manuel de Pinedo García y Neftalí Villanueva Fernández, ¿Quién teme al bulo feroz?
Cuando adquirimos la disposición permanente a cuestionar los hechos de quien no comparte nuestra identidad política, cuando sistemáticamente acusamos a sus fuentes de información de ser fuentes de “fake news”, no solo estamos generando confusión, también estamos fomentando la polarización a través de “desacuerdos cruzados”.
Un desacuerdo cruzado es una confrontación pública en la que cada interlocutor presenta la disputa de distintas formas. Con respecto al mismo tema, una parte debate sobre cómo son las cosas, otra sobre cómo deberían ser; una parte cree señalar evidencia indiscutible, otra cree que lo que está en cuestión es qué opción se debe tomar a partir de la evidencia aceptada.
Esto es algo que se aprecia bien en la situación actual: determinados críticos con el Gobierno de España aducen que las cosas estaban claras y que se debería haber actuado de un cierto modo. Se varía en lo que estaba claro: para unos que la epidemia era devastadora, para otros que tal o cual medida era absurda o insuficiente –todo ello sin olvidar a quienes reclamaban mirar fundamentalmente por la economía y asumir con fatalidad la plaga mortífera. Son cuestiones, de hecho, sobre las que se habla como si el observador fuera el espejo bien pulido que se limita a reflejar la realidad.
Determinados defensores del Gobierno responden diciendo que esa información debía ser confrontada con otras: la disposición social a aceptar ciertas medidas, la discusión abierta en la comunidad científica.
¿Quién lleva razón? Los primeros si creemos que la ciencia debe estar siempre al mando y, además, que ellos ya conocían cuál era la ciencia relevante. Los segundos si consideramos que esa ciencia no se conocía bien o si creemos que la aplicación de cualquier saber predictivo debe sopesarse por sus efectos sociales y los apoyos políticos que concita -lo prueba la existencia de modos diversos de hacer frente a la pandemia-. Los primeros presentan la discusión como una cuestión puramente factual, los segundos la ven como indesligable de consideraciones normativas.
Con demasiada frecuencia asumimos que cualquier disputa puede resolverse apelando a la incompetencia o la falta de información de la otra parte.
Uno de los rasgos más preocupantes de la discusión pública acerca de las reacciones de las instituciones ante la pandemia es precisamente este. Concebimos el mundo como si solo cupiese un marco interpretativo legítimo -el nuestro- y como si el de nuestros contendientes fuese el fruto de la incompetencia o de la mentira preconcebida.
Si todo lo que somos capaces de hacer en este contexto es usar a nuestros expertos para desacreditar a los expertos del bando contrario, seremos incapaces de revertir la tendencia a la polarización. Y, por desgracia, los bulos serán entonces el menor de nuestros problemas.
https://www.elindependientedegranada.es/politica/quien-teme-bulo-feroz?fbclid=IwAR1-wWCFyRg58OSyw7fp6OlPsjxNzdCqC302bdOFEiN_9eUy_NwoTVrEd5c
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