206: Santiago Alba Rico, La tentación del confinamiento
La realidad, cuando aparece, parece irreal, lo que no deja de ser ilógico y extravagante. Porque al hijo lo hemos esperado durante nueve meses, sabíamos de su inminente llegada, y, sin embargo, su nacimiento, su existencia, su estancia repentina en el mundo nos parece completamente inesperada. No nos lo esperábamos. Eso ocurre también, sí, con el amor, pero asimismo, a escala colectiva, con la revolución, la guerra o la catástrofe. Por eso mismo la realidad, cuando se presenta, lo hace al modo de un déjà vu. Es inesperado el hijo que esperamos nueve meses; y también al revés, lo inesperado, si comparece, revela hasta qué punto lo estábamos esperando. Creo que todos tenemos la sensación de que estábamos esperando, sin saberlo, esta crisis: nos sorprende justamente porque nos había sido anunciada. Y eso explica en parte, más que el miedo o junto al miedo, la mansedumbre y el sentido de la responsabilidad con que hemos aceptado el confinamiento.
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