Les paradoxes de l'aprenentatge.
Está ya planteada la pregunta de qué aprendemos de la praxis acerca de nuestra posición (personal, colectiva): ¿qué se puede aprender de la práctica en un espacio social generalmente opaco con respecto a los principales ejes de la opresión y el estigma? La Revolución Científica hizo nacer la conciencia de que la realidad física no es transparente y que las cosas no son a veces como aparecen. En lo que respecta al mundo de lo social y especialmente al mundo de la mente, la idea de que ambos son transparentes sobrevivió sin embargo hasta lo que llamamos la Escuela de la sospecha (Marx, Nietzsche, Freud) y, en general, a la emergencia de las ciencias sociales y cognitivas. Hoy sabemos que también en lo social y en lo personal las cosas no son como aparecen, que no hay que fiarse de las apariencias, ni siquiera, o sobre todo, de las apariencias propias.
La explicación que dio la modernidad acerca de la distinción entre apariencias y realidad se transmitió al mundo de lo social y lo mental. Las apariencias, en Galileo y Descartes, fueron eventos subjetivos, mentales, mientras que la realidad estaba hecha de fuerzas ocultas que producían esos sucesos sin ser de su misma naturaleza. Como ejemplo, los colores son sucesos mentales, mientras que la realidad está hecha de reflejos de fotones de frecuencias diversas que impactan en los receptores de la retina. La Escuela de la sospecha aplica una distinción similar a las apariencias sociales: el fetichismo de la mercancía, el resentimiento creativo o el poder del subconsciente operan de un modo parecido: algo más allá de la conciencia que produce un estado de apariencia: ideología, moral, cultura. ¿Cómo aprender sobre algo que está más allá de nuestra conciencia? En cierta forma esta pregunta conecta con una tradición de paradojas del aprendizaje, y especialmente con la paradoja del Menón: si no sabes, ¿cómo podrás saber que has aprendido algo?; si ya sabes, ¿para qué vas a aprender? En este caso, la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo de la mente y la sociedad plantea la paradoja de qué podemos aprender en nuestra conciencia sobre nosotros mismos o nuestra posición en la sociedad si ese aprendizaje no es más que el fruto de fuerzas que están más allá de la conciencia.
Fernando Broncano, Lo que aprendemos del arte, El laberinto de la identidad 31/05/2020
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