226: Christophe Guilluy, El mañana será de la gente corriente












La crisis sanitaria ha revelado un dato evidente: las clases populares son indispensables para la supervivencia de nuestras sociedades. La pandemia ha puesto de relieve la utilidad social de esas capas sociales. Y la opinión pública ha sabido entenderlo, puesto que, en 24 horas, los auxiliares de enfermería y los enfermeros, pero también los repartidores, los cajeros, los conductores, los vendedores de prensa, los carretilleros y los basureros, se convirtieron en héroes. Los invisibles, los que ayer “no eran nada”, demostraron en unas cuantas horas que eran, de hecho, el engranaje esencial de la sociedad. Sin embargo, son esas clases las que sufren desde hace decenios la precarización social y, sobre todo, el olvido cultural.

Despreciadas y relegadas, hace dos años ya dieron que hablar: es impresionante pensar que las personas que pertenecen a esas categorías son precisamente, en gran parte, las que participaron en el movimiento de los chalecos amarillos. Los obreros, trabajadores autónomos y asalariados con poca o ninguna cualificación, que tenían una presencia desproporcionada en la protesta, la tienen hoy también entre quienes están sosteniendo la economía. 

Esas personas corrientes que hace dos años se pusieron un chaleco hoy se han puesto una bata blanca y de esa manera han captado la atención de las clases dominantes y de todos los que ejercen profesiones más apreciadas y valoradas económicamente pero no necesariamente más útiles en una crisis sanitaria. Al mantenerse en sus puestos en plena epidemia, mientras que muchos jefes y directivos teletrabajaban desde sus casas o se refugiaban en sus segundas residencias fuera de las grandes ciudades, han demostrado su fuerza y su utilidad. 

La crisis sanitaria, que ha dejado al descubierto la importancia de las fracturas sociales y culturales, nos está diciendo algo. Si bien es difícil predecir cómo será el “mundo de después”, sí podemos afirmar que no podrá ser duradero si no incluye la integración y el reconocimiento cultural de la gente corriente. En caso contrario, todo indica que el nuevo mundo no será más que una copia del antiguo... pero peor.

https://elpais.com/especiales/2020/coronavirus-covid-19/predicciones/el-manana-sera-de-la-gente-corriente/

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