Déu i la diferenciació de sexes.
Una sociedad en que la máquina aplasta la posibilidad misma del pleno desarrollo de la naturaleza humana, ya sea masculina o la femenina, o en la que las presiones existentes son tales que los hombres se vuelven cada menos masculinos y viriles y las mujeres cada vez menos femeninas y receptivas, se encuentran en las antípodas del ideal social islámico. Cuando los tipos masculino y femenino se confunden por el caos de un orden social en el que resulta poco menos que imposible que los hombres sigan siendo hombres y las mujeres, mujeres, las posibilidades de desarrollo espiritual se vuelven muy débiles, pues los hombres y las mujeres se pueden acercar a lo Divino permaneciendo fieles a la forma en que el Creador los ha hecho y de acuerdo con su destino. Ahora bien, hay que recordar que los hombres y las mujeres no determinan sus propio sexo. Su sexo, como su raza y su color, o su lugar y fecha de nacimiento, es determinado por Dios, y los hombres y las mujeres no pueden rebelarse contra ello si quieren realizar la plenitud de posibilidades de su propia naturaleza.
Seyyed Hossein Nasr, Vida y pensamiento en el Islam, Herder, Barna 1985
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