Hi ha salvació? (Walter Benjamin)









No hay pensamiento verdadero de la emancipación sin medirse con la catástrofe de la repetición. Hay que clavar la mirada en la cabeza de Medusa, dice Walter Benjamin, pero sin dejarse fascinar por ella.
Miguel Abensour encuentra que la cabeza de Medusa para Benjamin fue la figura de Blanqui. El gran revolucionario francés del siglo XIX, después de involucrarse en todas las intentonas insurreccionales de su tiempo, escribe en la cárcel “La eternidad por los astros”, una fabulación cosmológica sobre el eterno retorno de lo Mismo.
El Orden reina, a pesar de todas las tentativas de subvertirlo. “Es la versión infernal de Blanqui”, dice Benjamin. La fascinación por la mirada de Medusa tras una vida de incesante combate.
¿Y Benjamin? En la escritura de sus famosas Tesis, un verdadero ejercicio espiritual al borde del abismo como dice Abensour, Benjamin toma buena cuenta de la maldición de la repetición, pero sin ceder a ella.
No niega la idea de progreso, sino que la vincula a la catástrofe. El progreso es la repetición de la catástrofe, la acumulación de ruinas que sepulta las voces del pasado. ¿Hay salvación?
Consiste en encontrar una “pequeña falla”. No apropiarse del mundo y realizar la utopía, ahí seguimos presos en el pensamiento dominante, sino buscar fuerza en la fragilidad y redención en lo microscópico: “la pequeña puerta por la que puede entrar el Mesías”.
Para percibir esa pequeña puerta hay que dotarse de un nuevo concepto de historia. Una temporalidad que no obnubile sino que intensifique la atención al presente y sus líneas de fuga posibles. Un nuevo concepto de revolución también, no la locomotora del progreso hacia adelante, sino “el freno de emergencia” y la reparación del sufrimiento de las generaciones pasadas.
De ese modo, Benjamin fija su vista en Medusa, la catástrofe de la repetición, pero sin ceder a ella, desplazando radicalmente la mirada para captar el resquicio de salvación, la posibilidad de redención, en un pequeño agujero, una diminuta puertecita.


Amador Fernández-Savater


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