Contra l'esquerra no democràtica.





Si la izquierda no es democrática, entonces no es de izquierdas. 

Hace unos días, el director de la escuela de Frankfurt, Stephan Lessenich, reflexionaba sobre la "semiperiferización" de Europa y EEUU en la economía y política mundiales. ¿Hay una izquierda que cree realmente que la "decadencia de Occidente" es el umbral del fin del capitalismo, el imperialismo y la tiranía? ¿Hay una izquierda que cree de verdad que lo contrario de "malo" es "bueno"? Lessenich, digámoslo enseguida, no relacionaba esta "semiperiferización" de Occidente con ninguna transformación liberadora mundial, con ningún nuevo socialismo redentor; la relacionaba con "un capitalismo mucho más violento". No lo olvidemos: no hay más que capitalismo ahí afuera; no hay de momento ningún afuera. Mientras tratamos de imaginar y construir uno, ¿habrá que creer que el capitalismo chino, el indio, el ruso, el iraní son el no-capitalismo que soñábamos en el siglo XX? 

Contra el capitalismo autoritario global que asoma entre los andrajos de Europa, la izquierda debería dejar de jugar al juego de los próximos vencedores (que serán nuestros próximos verdugos). Nuestras opciones son pequeñas, es verdad, pero pasan por proteger a regañadientes las instituciones que nuestros propios dirigentes han contribuido a menudo a degradar. En América -quiero decir- habrá que apoyar a Lula, a Boric, a Petro, a Claudia Sheinbaum, pero también a Kamala Harris; y nunca a Milei, a Trump, a Ortega o a Maduro, cuatro versiones de la misma medusa global. En Europa habrá que apoyar al gobierno de coalición de Sánchez, al Frente Popular francés, a la alianza verdirroja sueca, no a Putin o a Orban o a Le Pen, verdaderos zapadores de la "decadencia europea". 

El problema de Maduro y Venezuela no es el daño que están haciendo a un socialismo que nunca existió, sino el que están haciendo a la democracia en un mundo en el que cada nuevo arañazo en la piel de nuestra mierda de instituciones democráticas franquea el paso, no a la verdadera democracia y al socialismo, no, sino a un capitalismo más violento y un orden político menos liberal. Parece mentira que la izquierda sedicente anticapitalista y antiimperialista esté tratando de acelerar la transición hacia un capitalismo más salvaje y hacia nuevas formas de tiranía mundial. 

Santiago Alba Rico, Izquierdo y democracia, publico.es 14/08/2024


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