Els perills de la precarietat laboral.
El peligro, como el propio Guy Standing advierte en The Precariat: The New Dangerous Class no termina aquí. La precariedad lleva a muchas personas a desentenderse totalmente del Estado, al considerar que no las protege. Esto deriva en el apoyo a nuevos grupos políticos de corte claramente fascista y autoritario, basándose en sus promesas de un mejor futuro. El populismo tiene sus raíces bien insertas en la insatisfacción vital que provoca una vida de inseguridades económicas y sociales. Para complicar más el asunto, numerosos jóvenes debidamente preparados para desarrollar una carrera laboral, se ven obligados a encadenar, uno tras otro, trabajos temporales y mal remunerados. Esto les lleva a advertir el futuro como algo no deseable, y a alejarse, cada día más, de la política y del sistema. Son personas políticamente inactivas que poco a poco pierden la capacidad para ejercer la necesaria presión social que motive cambios de calado en la legislación de sus propios países.
Los riesgos que conlleva el crecimiento del precariado son globales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe de 2023 Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, desvelaba que durante el año anterior el número de trabajadores que vivían en situación de extrema pobreza, a nivel global, superaba los 200 millones, lo que supone más del 6% de las personas empleadas. Además, quienes no están en dicha situación de extrema vulnerabilidad, pero carecen de estabilidad económica y corren el riesgo de caer en la pobreza suman más de 2.000 millones de personas, que dependen de trabajos informales, temporales y mal remunerados.
Los orígenes de tan grave situación global los encuentra Standing en las políticas neoliberales que vienen aplicándose de manera férrea desde los años 80 del pasado siglo con la intención de acelerar el crecimiento económico aumentando la competitividad. Las consecuencias: se flexibiliza el mercado laboral y los riesgos e inseguridades comienzan a recaer en los trabajadores y sus entornos familiares.
El precariado ocupa la base de una pirámide, una nueva estructura de clases sociales en cuya cúspide sitúa Standing a la plutocracia, compuesta por todos aquellos multimillonarios que ganan una grandísima parte de lo que a día de hoy producen los mercados financieros. Inmediatamente después estarían los altos ejecutivos, con sueldos y contratos estables que se relacionan de manera directa con los plutócratas y las grandes élites. Siguiendo a estos, se encontrarían aquellos que el autor denomina profitécnicos: profesionales que ganan mucho dinero mediante contratos de consultoría y que no permanecen a tiempo completo en ninguna empresa.
Las nuevas clases sociales que define Guy Standing cuentan con una única que pueda equipararse a las del pasado siglo. Los trabajadores asalariados serían la evolución de lo que entonces era el proletariado: personas con trabajos más o menos estables que les permiten tener ciertos beneficios sociales que les aseguren un futuro inmediato. Inmediatamente después está el precariado, que no deja de crecer según pasan los años.
Las políticas progresistas del pasado están en quiebra, y quienes las dirigen enfrentan un serio problema si no afrontan una estrategia transformadora que tenga en cuenta a la gran masa de trabajadores que conforman el precariado. Una estrategia que incluya un nuevo sistema de distribución de los ingresos, así como de coberturas sociales para todas aquellas personas que, obligadas por la inseguridad del empleo, quedan fuera del mercado laboral.
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