207: Frédéric Beigbeder, La venganza del pangolín





El virus chino ha sido más eficaz en dos meses que Greta Thunberg en dos años.
Mientras escribo, más de 4.000 millones de terrícolas permanecen en sus casas. Esta catástrofe es una oportuni- dad única. Un experimento a tamaño real para saber por fin si otro mundo es posible. Es la primera vez en la Historia que la humanidad hace una pausa semejante sin guerra mundial de por medio. Como si el pangolín hubiera apretado el botón de parada y congelado la carrera desenfrenada del progreso. Conviene detenerse sobre la definición de esta palabra. El progreso no tiene por qué ser forzosamente la aceptación de la técnica. Puede también consistir en recuperar el control sobre la máquina. La economía ha perdido contra la vida. El individualismo es menos importante que el hombre. Se trata de un cambio en la escala de valores. Para salvar al hu- mano ha hecho falta que dejara de agitarse como antes. Este frenazo ha devuelto a los delfines a los puertos, ha dibujado cielos sin rayas de avión, el aire se ha vuelto saludable, los pájaros, por fin audibles, y los ríos, transparentes. Puede que buscáramos el apocalipsis cansados de nuestra vida frenéti- ca. Es como si todos los dirigentes del mundo esperaran una tregua que no llegaba nunca: la enfermedad les ha dado una ocasión de refrendar el fin del mundo.

Frédéric Beigbeder, La venganza del pangolín, ICON, El País Mayo 2020

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