Robinson Crusoe, model del projecte humà.


Pero dos son los rasgos que mayormente caracterizan a Crusoe y lo convierten en insignia del proyecto humano. Ya he indicado que Crusoe pese a su soledad construye no meramente una guarida un lugar protegido de amenazas (y en el caso de Crusoe como ya he indicado un verdadero fortín) sino una casa, un lugar dónde hay fuego y amplitud, es decir un lugar dónde recibir a los hombres y compartir con ellos el alimento y la palabra.

Y también he indicado que la soledad de Crusoe no significa que Crusoe está fuera de ese lazo intrínseco con los demás que forja la vida humana. Pues Crusoe no llegó a la isla como podría haber llegado otro animal, eventualmente mejor dotado para sortear los peligros que pudiera encontrar e imponerse en la lucha por la subsistencia. El individuo Crusoe es representante de una especie animal dotada de pensamiento y de palabra. Y la supervivencia de Crusoe no tiene cabal sentido mas que si en el sigue estando presente todo el acerbo que caracteriza a la especie y es en razón de ello que Crusoe construye una casa y Crusoe habla. 

¿Con quien habla pues Crusoe si nadie puede escucharle? Pues con aquel mismo a quien se dirige Einstein cuando, entre sus convencionales tareas en una oficina de patentes de Berna, barrunta hipótesis para las que no hay quizás entonces interlocutor competente, y que tendrán consecuencias para nuestra representación del mundo inasumibles por el propio Einstein: tanto Crusoe como Einstein hablan consigo mismos en tanto uno y otro son representante de la humanidad. Y tal cosa hacemos cada una de nosotros en las ocasiones en las que el pensamiento en lugar de complacerse en lo dado se esfuerza por entender, metaforizar o resolver, ya se trate de asuntos teoréticos o de asuntos prácticos; ya se trate de organización general de la sociedad o de asuntos en los que propia intimidad es lo que está en juego. 

Crusoe habla, como cada uno de nosotros, todo el tiempo, y lo depurado de su hablar, el hecho mismo de que su situación le fuerce a no corromper su pensamiento y su palabra en la vacuidad de los intereses vanos o meramente narcisistas, se refleja en que no hay barrera nítida entre este su hablar consigo mismo y el hablar con interlocutor en esos guiones, siempre estrictamente construidos, que no son fruto de la subjetividad consciente ( la cual sería incapaz de tal proeza literaria) sino de las fuerzas oscuras de los sueños. 

Víctor Gómez Pin, El hablar de Crusoe II, El Boomeran(g), 20/09/2012
http://www.elboomeran.com/blog-post/6/12620/victor-gomez-pin/el-hablar-de-crusoe-ii/

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