La vocació igualitària de l'extrema dreta.


Debido a las durísimas políticas de austeridad, los votantes perciben a la Comunidad Europea como una máquina de recortes sociales. Los más descontentos de cada país se preguntan si les irá mejor solos. Por seducirlos, el holandés Wilders se negó a apoyar las políticas de ajuste económico dictadas desde Bruselas y Berlín. Y para no ser menos, Marine Le Pen quiere recuperar las fronteras francesas. No hace falta esforzarse tanto. En Europa ya hay una frontera cada vez más clara: la que separa a ricos y pobres. Una profunda brecha separa cada vez más a los países del Norte y del Sur, y también a los habitantes de cada país. En España, el año pasado, la desigualdad creció un 11%. Y cuando la gente no encuentra oportunidades en su país, ¿saben lo que hace? Emigra.

Si la extrema derecha avanza más, fastidiará a todos los grupos étnicos que le encanta fastidiar. Pero también les hará la vida imposible a miles de europeos, que un día se encontrarán con que los extranjeros son ellos. Si se elevan fronteras nacionales, los inmigrantes de francia no serán sólo los argelinos, sino los portugueses. Y los de Alemania no serán sólo los turcos, sino los españoles.Dicho todo esto, debemos reconocerle a la extrema derecha su vocación igualitaria: no sólo odia a los negros, a los judíos, a los árabes y a los sudacas. También detesta a los europeos.

El sueño ultra es una sociedad que se las arregla sola. Si sus partidos crecen, sin duda, conseguirán una en la que nadie tenga adónde ir. Se largarán de ella los más talentosos, tanto nacionales como extranjeros, los que puedan defenderse con su trabajo y no con su árbol genealógico. Cuando se marche el último, no le hará falta apagar la luz. A sus espaldas, todo estará ya bastante oscuro.

Santiago Roncagliolo, El sueño ultra, El País semanal, 03/06/2012

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