Superhome, etern retorn i la crítica al món verdader.




Übermensch quiere decir que el hombre es un puente, una transición, para superar la realidad del hombre. Y nada en el texto es gratuito para expresarlo. Zaratustra consuela a un equilibrista que cae y lo felicita por haber entendido la vida como riesgo. 

El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, —una cuerda sobre un abismo. 

Un peligroso ir más allá, un peligroso en camino, un peligroso mirar atrás, un peligroso escalofrío y un peligroso quedarse quieto. Lo que es grande en el hombre es que es un puente y no una meta: lo que puede ser amado en el hombre es que él es un tránsito y un ocaso.

Yo amo a quienes no saben vivir más que pereciendo, pues ellos son quienes van más allá.

Amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores y las flechas del anhelo hacia la otra orilla.

Yo amo a quienes no buscan detrás de las estrellas un motivo para perecer y sacrificarse, sino que se sacrifican a la tierra para que la tierra llegue a ser un día del superhombre.

Amo a quien vive para conocer y que quiere conocer para que algún día viva el superhombre. Y, de este modo, quiere su propio ocaso. 

Amo a quien trabaja y descubre que construye la casa para el superhombre y que a él prepara la tierra, los animales y las plantas: pues así quiere su propio ocaso. 

Amo a aquel que ama su virtud, pues su virtud es voluntad de perecer y una flecha del anhelo. 

Amo a aquel que no se reserva para sí mismo ni una sola gota de espíritu, sino que su espíritu quiere ser totalmente de su virtud: así cruza el puente como espíritu. 

Amo a aquel que hace de su virtud su inclinación y su destino: es por su vir­tud por lo que él desea vivir y dejar de vivir.

Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra.


Nietzsche nos pregunta si para garantizar la repetición de la belleza de un momento, de un instante de plenitud, repetiríamos toda la vida. El eterno retorno es el acto de suprema afirmación porque quiere decir “querer hacia atrás”. ¿Esto era el pasado? Volvamos. Es la afirmación no del “yo”, sino de la vida, porque todo lo que ha pasado es necesario, cada acto está ligado con otro. Y la necesidad se concreta en el amor fati, sobreponerse a todo aquello terrible que guarda la existencia.

El peso más pesado.— Qué pasaría si un día o una noche se introdujera a hurtadillas un demonio en tu más solitaria soledad para decirte: “Esta vida, tal como la vives ahora y la has vivido, tendrás que vivirla no sólo una, sino innumerables veces más; y sin que nada nuevo acontezca, una vida en la que cada dolor y cada placer, cada pensamiento, cada suspiro, todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida habrá de volver a ti, y todo en el mismo orden y la misma sucesión — como igualmente esta araña y este claro de luna entre los árboles, e igualmente este momento, incluido yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se le dará la vuelta una y otra vez — ¡y tú con él, minúsculo polvo en el polvo!”. ¿No te arrojarías entonces al suelo, rechinando los dientes, y maldiciendo al demonio que te hablara en estos términos? ¿O acaso ya has vivido alguna vez un instante tan terrible en que le responderías: “¡Tú eres un Dios y jamás he escuchado nada más divino!”? Si aquel pensamiento llegara a apoderarse de ti, tal como eres, te transformaría y tal vez te aplastaría; la pregunta decisiva respecto a todo y en cada caso particular sería ésta: “¿Quieres repetir esto una vez más e innumerables veces más?” ¡Esto gravitaría sobre tu acción como el peso más pesado! Pero también: ¡qué feliz tendrías que ser contigo mismo y con la vida, para no desear nada más que esta última y eterna confirmación y sanción!

Friedrich Nietzsche. La ciencia jovial.


En el Crepúsculo de los ídolos (1889) que forma parte de su última etapa, donde recupera aspectos de la segunda (ilustrada), Nietzsche habla de la “Historia de un error” y de “cómo el mundo verdadero al fin devino en fábula”. El gran error es la creencia en la existencia en otro mundo donde descansa el idealismo platónico y el cristianismo (platonismo para el pueblo). Por lo tanto es un error de la inteligencia, de conocimiento.

1. El mundo verdadero, inalcanzable para el sabio, el devoto, el virtuoso, —vive en él, él es este mundo. (La forma más antigua de la idea, relativamente astuta, convincente. Perífrasis de la frase “yo, Platón, soy la verdad”)

2. El mundo verdadero, inalcanzable ahora, pero prometido para el sabio, el devoto, el virtuoso (“para el pecador que se arrepiente”). (Progreso de la idea: se hace más sutil, más insidiosa, más inconcebible, —deviene mujer, deviene cristiana…)

3. El mundo verdadero, inalcanzable, indemostrable, imprometible, pero ya en tanto que concebido, un consuelo, un deber, un imperativo. (El viejo sol en el fondo, pero a través de la niebla y del escepticismo; la idea se hace sublime, pálida, nórdica, königsberguiana.)

4. El mundo verdadero —¿inalcanzable? En cualquier caso no alcanzado. Y en tanto que no alcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, tampoco obligatorio: ¿cómo podría obligarnos algo desconocido? (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto de gallo del positivismo.)

5. El “mundo verdadero” —una idea que ya no sirve para nada, ni siquiera obliga, —una inutilidad, una idea que se ha hecho superflua, por consiguiente una idea refutada: ¡acabemos con ella! (Día claro; desayuno; retorno del bon sens y de la serenidad; sonrojo de Platón; ruido infernal de todos los espíritus libres.)

6. El mundo verdadero, lo hemos eliminado: ¿qué mundo ha quedado? ¿tal vez el aparente?… ¡No! ¡Con el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto álgido de la humanidad; INCIPIT ZARATUSTRA.) 

Friedrich Nietzsche. Crepúsculo de los ídolos.

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