¿Hi ha alguna manera de diferenciar els neoliberals dels extraterrestres?
Recientemente, el Roto ha publicado una viñeta en la que aparece una nave extraterrestre cerniéndose sobre un territorio de nuestro planeta; los alienígenas de su interior exclaman: no hace falta bajar, ya lo llevan los marcianos. (1).
La ideología neoliberal es extraña a la humanidad y también a las leyes físicas y biológicas que imperan en el planeta Tierra.
A sus economistas los llaman economistas de la tierra plana
porque opinan y actúan como si creyeran que el planeta posee una
extensión infinita. Horadan la litosfera, tanto continental como
oceánica, en busca de minerales y combustibles fósiles en trance de
agotamiento; acaban con la biodiversidad de los bosques tropicales para
transformarla en combustibles a los que llaman renovables; realizan una
pesca intensiva sin tener en cuenta la capacidad de regeneración de las
especies y utilizan el agua como si fuera un bien ilimitado. Cuesta
creer que existan personas con cierto nivel de formación que piensen
así, por lo que solo la búsqueda obsesiva del beneficio económico es la
que explica esta permanente conversión del “capital natural” en capital
monetario y así obtener enormes beneficios . Los economistas de la tierra plana
creen que ambos tipos de capital son intercambiables y que la
naturaleza está a su servicio, ideas ambas bastante absurdas pues
deberían saber que las sociedades son tan dependientes de la naturaleza
como un feto lo es de su madre.
No parece importarles el hecho
de que la capacidad de asimilación de contaminación de algunos sistemas
terrestres haya sido sobrepasada; así ocurre con la atmósfera donde la
concentración de gases invernadero está produciendo un aumento de la
temperatura cuyas consecuencias son el deshielo de la Antártida, de los
glaciares continentales y del permafrost, consecuencias que, a su vez,
atizan el aumento de temperatura e intensifican el cambio climático.
Tampoco les preocupa el empobrecimiento de la biodiversidad,
seguramente el riesgo más peligroso de todos cuantos se están
desencadenando. La red de vida del Planeta, se está simplificando y no
sabemos hasta qué punto se encuentra ya deshilachada. De seguir así, no
solo está en riesgo la civilización humana sino nuestra propia especie.
No importa. Para ellos, la Tierra es un planeta que hay que explotar,
incluso, hasta convertirlo en un residuo estéril por agotamiento y
envenenamiento.
Han ideado un sistema económico de crecimiento
continuo cuyo germen es el préstamo a interés compuesto. Esto hace del
endeudamiento su principal negocio. De esta manera, esclavizan a la
gente que se ve obligada a trabajar cada vez un mayor número de horas
para sufragar sus deudas. Así, el sistema económico se ha convertido en
un bucle de crecimiento que, como un ciclón, absorbe recursos
aceleradamente, produce miles de millones de objetos innecesarios cada
día, lanza inmensas cantidades de residuos al medio y llena de
beneficios los bolsillos de las grandes empresas y bancos.
En
la naturaleza, el crecimiento continuo es extraño. Lo normal es que
existan mecanismos para frenarlo. Por ejemplo , si en el proceso de
fecundación no se redujera previamente el número de cromosomas en las
células femenina y masculina, entonces en cada nueva generación se
duplicaría el número de cromosomas y a estas alturas de la historia de
la vida no habría nada que contar, pues la materia sería insuficiente
para producir tanto cromosoma . En el ámbito demográfico, cuando una
especie coloniza un nuevo territorio, al principio, el crecimiento puede
ser exponencial ya que, frente a los pocos individuos colonizadores, el
espacio y el alimento son cuasi infinitos, pero a medida que aumenta el
número de individuos su crecimiento se verá afectado por la limitación
de los recursos alcanzándose un tamaño de la población en equilibrio con
el medio. Muchos organismos regulan mutuamente sus poblaciones mediante
el mecanismo presa-depredador y otros, como la mayoría de los
invertebrados, tras una fase de crecimiento exponencial, experimentan un
declive repentino por prescripción genética.
La competencia
que han desencadenado los economistas neoliberales tiene poco que ver
con la ocurre en el mundo natural. En el mundo natural la competencia
está regulada genéticamente y existen mecanismos de colaboración que la
compensan. En nuestra sociedad, la llamada libre competencia se rige por
la ley del embudo; hay reglas tramposas, como ayudas estatales a la
banca, acuerdos comerciales injustos, empleo del proteccionismo, etc.
que benefician a los países más poderosos frente a los más débiles.
No contentos con inventar este sistema económico de crecimiento
continuo, los capitalistas neoliberales lo han complementado con la
especulación financiera para enriquecerse más rápidamente. Crean dinero
jugando con la deuda de los prestatarios y con el cambio monetario y lo
sustraen produciendo burbujas en distintos sectores tan sensibles como
el de la energía y tan “sagrados” como el de los alimentos . Allí donde
ven negocio, compran barato, retienen el producto induciendo la subida
de precios y, más tarde, lo venden para obtener beneficios descomunales.
Si con ello generan hambrunas o si hunden la economía de regiones y
países, esto carece de importancia, son daños colaterales; lo
importante, para ellos, es obtener beneficios, engrosar sus arcas.
El reparto de la riqueza en el mundo es tan desigual que, además de ser
profundamente injusto, es un insulto a la inteligencia. Así, por
ejemplo, según Reich, en el país de los negocios por antonomasia y cuna
del neoliberalismo, Estados Unidos, ”(…) l os 400 estadounidenses más
ricos poseen en estos momentos más patrimonio que los 150 millones que
estamos en la parte inferior todos juntos ”. (2). En España, en 2008, el 1% más rico de la población controlaba el 18,3% de la riqueza del país (3)
¿Son conscientes los poderes neoliberales de los problemas tanto
ambientales como humanitarios que acarrea la economía capitalista
neoliberal?
No cabe duda de que es así y de que no cuestionan
el credo del crecimiento. Se han elaborado muchos informes a escala
mundial por agencias internacionales y científicos de diferentes
especialidades acerca de los límites al crecimiento, de la crisis
energética que se avecina por el agotamiento del petróleo, del cambio
climático ya instalado entre nosotros, de la pérdida de biodiversidad,
de las hambrunas agravadas por la especulación financiera, etc. pero no
se alcanzan acuerdos decisivos para frenar esta locura. Tim Jackson
presentó un informe, ahora editado como libro, a Gordon Brown para la
reunión del G-20 del 2009, titulado Prosperidad sin crecimiento,
en cuyas páginas se sostiene que el crecimiento económico llegado a
cierto límite es desaconsejable social y ambientalmente (4). Sin
embargo, los mandatarios de estos países y del resto del mundo continúan
realizando presupuestos para espolear el crecimiento.
Los
periodistas Hans-Peter Martin y Harald Shumann informan de que en
septiembre de 2005 hubo una reunión de expertos, a puerta cerrada, para
analizar el futuro del trabajo en el siglo XXI. Este encuentro concluyó
que “la sociedad de los dos tercios que los europeos llevan temiendo
desde los años ochenta ya no describe el futuro reparto del bienestar y
la posición social. El modelo del mundo del futuro sigue la fórmula 20 a
80. Se perfila la sociedad de una quinta parte, en la que los excluidos
- las cuatro quintas partes- tendrán que ser calmados con tittyainment”,
es decir, con una mezcla de entretenimiento aturdidor y alimentación
suficiente. Dichos expertos consideraban que no se debería exigir a las
empresas, en aras de poder hacer frente a la competencia global, de que
corran con este compromiso social, por lo que deberían ser quizá los
Estados o las ONGs quienes tendrían que hacer una labor de beneficencia,
procurándoles trabajo y algún tipo de cobijo. (5)
El poder
neoliberal es bien conocedor de lo que va a pasar. Y visto lo visto, se
da por descontado de que no va a hacer nada por evitarlo. Dominando como
lo hace los grandes medios de comunicación, los desastres y penurias se
presentarán como catástrofes naturales que, con toda seguridad, harán
una “selección natural” de la población. Ellos esperan salir indemnes de
estos riesgos. Naomi Klein denuncia que el paso del huracán Sandy por
Estados Unidos ha puesto de relieve que los ricos son menos vulnerables
que los demás, al contratar cuerpos de seguridad propios para eludir sus
efectos. No contentos con ello, aprovechan la situación de shock de la
población, causada por este tipo de fenómenos propios del cambio
climático, para pedir que las zonas afectadas por catástrofes sean zonas
libres de regulación estatal, con el objetivo de privatizar bienes y
servicios públicos para redondear el negocio. (6)
La política
que está imponiendo el neoliberalismo en el mundo no puede ser
calificada de otra manera sino de criminal; están en camino un ecocidio y
un genocidio a escala global. La privatización o eliminación de los
sistemas públicos de protección social que están intentando llevar a
cabo, no hará sino aumentar los efectos de esta “selección natural”
sobre los más desfavorecidos y provocar un aumento de la miseria y un
ejército inconmensurable de parias. Es por este motivo principalmente,
por lo que es tan necesario preservar en los distintos países estos
sistemas públicos de protección y cohesión social, impidiendo que se
desmonten o privaticen.
Si este control ideológico, económico y
político global que realiza el neoliberalismo fuera establecido de
manera imperceptible por extraterrestres de apariencia humana tras la
invasión de la Tierra, no cabe duda de que, tan pronto como un pequeño
grupo de seres humanos se percatara del mismo, se formaría, a pesar de
su dominio sobre los grandes medios de comunicación, un estado de
opinión mundial que los desbancaría del poder rápidamente.
¿Hay
alguna forma de diferenciar a los neoliberales de los extraterrestres?
Alan Turing, matemático británico del que celebramos este año el
centenario de su nacimiento, propuso un test para diferenciar la
inteligencia humana de la artificial. Si ante las preguntas del test no
hubiera forma de diferenciar las respuestas de una máquina de las de un
ser humano, entonces concluiríamos que tal máquina es tan inteligente
como un ser humano.
El Roto intuyó esta idea en su chiste. Si
los neoliberales se comportan de manera semejante a la de unos invasores
alienígenas y, a juzgar por su desapego hacia la humanidad y el
Planeta, así es, entonces no podríamos diferenciar unos de otros. ¿Qué
más da que sepamos que tienen un padre y una madre terrestres? Lo que
cuenta es si sus acciones ponen o no en riesgo a la humanidad y a la
especie humana.
Por si cupiera alguna duda de sus intenciones,
un par de citas sabrosas de un prohombre del crecimiento sin límites,
Brian Berry, tomadas del libro de Jorge Riechmann titulado Gente que no quiere ir a Marte, (7) clarifican en qué manos está nuestro destino: “(…) aunque
deseáramos parar todo crecimiento económico, como algunos
ambientalistas nos instan a hacer, no habría nada a donde volver, si no
es a la pobreza, a las enfermedades y a la mugre urbana” “(…) La
Tierra no puede proporcionar el espacio vital y las materias primas para
una progresión geométrica tan colosal; el espacio mismo será explotado.
Entre las galaxias está el verdadero destino del hombre durante los
próximos diez mil años (…) La exploración y la colonización humanas de
esta extensión casi ilimitada de soles con sus respectivos planetas
constituye la verdadera actividad futura del hombre”. En sus sueños
insensatos e imposibles (para llegar a la galaxia más cercana,
Andrómeda, se tardarían 2,2 millones de años a la velocidad de la luz),
una vez estrujada e intoxicada la Tierra para mantener el bucle de
crecimiento continuo, ellos, los alienígenas, se ven viajando a otros
mundos en busca de una Nueva Atlántida baconiana a la que dominar. Sin
ir tan lejos, sueñan con Titán, un satélite de Saturno repleto de mares y
dunas de hidrocarburos que les proveería de combustible durante algunos
siglos más.
En Estados Unidos, el movimiento de los indignados, The occupy Wall Street, ha gritado a los cuatro vientos el lema “we are the 99%”,
frente al 1% que son los poderosos neoliberales. Somos el 99% de los
seres humanos los que estamos en riesgo. La humanidad ha de tomar
conciencia de que esta pesadilla es una auténtica invasión, de que han
abducido a millones de personas mediante el control ideológico y el
consumismo y de que se han infiltrado en los gobiernos del mundo para
cambiar las reglas de juego a su favor y en muchas organizaciones
tradicionales de izquierda para tratar de frenar cualquier rebelión
democrática. Sinceramente, se trata de nosotros o de ellos. Así de claro
lo expresa uno de ellos, Warren Buffet: “Marx tenía razón, la guerra entre clases sociales existe, pero esta guerra la ha ganado la mía, la clase de los ricos”. Y así lo expresa una de las nuestras, Naomi Klein: “Esta
crisis, o se vuelve una oportunidad para un salto evolucionario, un
reajuste holístico de nuestra relación con el mundo natural, o se
convertirá en una oportunidad para el mayor alboroto del capitalismo del
desastre en la historia de la humanidad, dejando al mundo aún más
brutalmente separado entre ganadores y perdedores”. (8)
Ellos, los invasores, tienen un plan y no van a hacer nada para cambiar
de rumbo. Somos nosotros, el 99% de la humanidad, quienes tenemos que
dar la vuelta al reloj, acabar con una época agotada y repleta de
riesgos y abrir un tiempo de esperanza. Esperemos que movimientos como
el del 15M y las movilizaciones cada vez más masivas que tienen lugar en
distintos países sean indicios precursores del cambio global que
preconiza Klein. Pero solo aquellas corrientes políticas que incorporen
en su ideario el respeto a las leyes físicas y a los límites de la
Biosfera podrán sacarnos del atolladero. (9) De ello depende nuestro
futuro y el de nuestros hijos.
Máximo Luffiego y Julio Soto López, Neoliberales, extraterrestres y el test de Turing, Rebelión, 27/12/2012
(1) El Roto (2012). El País, 20-11-2012
(2) Jackson, T. (2009). Prosperidad sin crecimiento. Icaria/Intermón Oxfam. Barcelona, 2011
(3) Davies, J., Sandström, S., Shorrocks, A., y Wolff, E. , (2008) The
world distribution of household wealth. UNU Winder. Discussion Paper No.
2008/03.
(4) Klein, N. (2012). ¿Un shock del pueblo? Rebelión, 11-11-2012.
(5) Reich, R. (2012). La cuestión principal y la decisión más clara. Dominio Público, 21 noviembre 2012.
(6) Martin, H-P y Schumann, H (1996). La trampa de la globalización. Ed. Taurus, Madrid, 1998.
(7) Riechmann, J. (2004). Gente que no quiere viajar a Marte. Los Libros de la Catarata. Madrid.
(8) Klein, N (2012). Op. Citada
(9) González, JM. (2012). De aquellos polvos vienen estos lodos. Rebelión, 6-12-2012
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