Albert O. Hirschman, la veu.
Albert O. Hirschman |
En 1982, Jon Elster afirmó
que Albert O. Hirschman ocupaba una posición a la vez central y
periférica, o al menos anómala, en las ciencias sociales
anglo–americanas y que si no era parte del establishment
académico se debía a esa aura de amateurismo que rodeó su obra, ya que
sus planteamientos carecieron de la formalización que suele requerir la
academia norteamericana. Treinta años después, a los 97 años, Hirschman
murió como ese outsider de las ciencias sociales que le gustaba ser.
Las contribuciones intelectuales de Hirschman son enormes y su libro Salida, voz y lealtad (1970)
es un clásico de la ciencia política y la economía. Escrito como una
reflexión crítica respecto a las teorías neoclásicas del comportamiento
económico basado en la elección racional, y como reacción a los
acontecimientos políticos de la década de los sesenta que sacudieron a
Estados Unidos con oleadas de protestas y movimientos subversivos (y que
desde su perspectiva contradijeron las tesis del influyente libro de
Mancur Olson La teoría de la acción colectiva (1965)), el libro
de Hirschman abrió una veta novedosa para el estudio de las respuestas
humanas a los cambios en entornos económicos, políticos y
organizacionales.
En el modelo simple de la elección racional,
frente a un cambio negativo para sus intereses los actores suelen optar
por la salida –en un mercado competitivo si un producto deja de tener la
calidad esperada el comprador opta por un sustituto–. En el modelo de
“acción colectiva” de Olson, el comportamiento racional de ese mismo
comprador inconforme suele derivar en el problema del gorrón[1].
Pero para Hirschman los actores (dentro de un Estado o una empresa)
tienen dos posibles respuestas para hacer frente a los cambios que
afectan su bienestar: pueden optar por salir (de la organización, dejar
de consumir) o usar la voz (reclamar como consumidor o protestar como
ciudadano). “La propensión a salir está determinada por el grado de lealtad
a una empresa o estado. La lealtad ralentiza la velocidad de salida y
puede darle a la organización tiempo para recuperarse”. En política, por
ejemplo, frente a un Estado que aplica una prohibición determinada que
afecta a un ciudadano, este puede aceptar la prohibición e irse (salir) a
otro país. El uso de la voz significa quejarse, protestar, hacer
cabildeo o usar otras formas de acción directa para tratar de cambiar o
regresar el entorno a su condición original; por ejemplo, frente a la
construcción de una obra que altera el medio ambiente o modifica el
entorno, se pueden hacer plantones para presionar al gobierno para que
no lleve a cabo o detenga la obra planeada. El planteamiento de
Hirschman, a diferencia de los fríos modelos del actor racional que
siempre maximiza su bienestar, resulta atractivo precisamente porque
encuentra ejemplos en la experiencia diaria.
Hirschman trató de
convencer a los economistas de la importancia y utilidad de un concepto
esencialmente político (la voz) para comprender los fenómenos
económicos. Eran los tiempos previos al desarrollo del pensamiento neo
institucionalista, que reintrodujo el análisis político en la teoría
económica.
La pregunta central que se plantea Hirschman es ¿en qué
circunstancias los individuos están dispuestos a pagar los costos de
hacer oír su voz, frente a la menos onerosa salida o inacción[2]?
La explosión de las protestas por los bombardeos a Camboya y la masacre
de la Universidad de Kent lo llevaron a reflexionar sobre el hecho de
que, en ciertas circunstancias, el uso de la voz se convertía en un
imperativo, un deber, la justificación última de la existencia humana.
En esta reflexión, Hirschman se adelantaba a la idea desarrollada más
adelante por Douglass C. North del papel que juega la ideología en el
comportamiento de los actores sociales y la importancia que tienen las
percepciones y las creencias para superar el problema del gorrón.
Las
intuiciones ilustradas de Albert Hirschman han sido la base para que
diversos autores traten de especificar las condiciones en las que las
respuestas sociales a los cambios en el entorno político o económico
llevan a la voz o a la salida, y analizar las estrategias de los
tomadores de decisiones de organizaciones o Estados que frente a una
situación de crisis optan por propiciar la salida o la voz. Un caso
emblemático para los analistas que utilizan el argumento hirschmaniano
es el de Cuba, donde el régimen ha permitido y en ocasiones impulsado la
opción de la salida como una estrategia para debilitar la voz dentro de
la isla.
Hirschman hizo otras aportaciones al pensamiento político (como Retóricas de la intransigencia (1992), pero Salida, voz y lealtad
es uno de los libros más influyentes en el pensamiento político de
finales del siglo XX. Hirschman no dejó discípulos, pero sí influyó en
muchos autores; trazas de su pensamiento se encuentran en el nuevo
institucionalismo de North, en los estudios que conjugan economía y
política de Adam Przeworski y en la geografía económica de Paul Krugman,
por citar solo a algunos[3]. El 10 de diciembre nos despedimos de uno de los grandes excéntricos del pensamiento social del siglo XX.
Jorge Javier Romero, El legado político de Hirschman, Letras Libres, 26/12/2012
[1] El problema del gorrón o polizón (free rider)
es una formulación de la economía neoclásica que sostiene que los
actores racionales tienden a abstenerse de la acción colectiva en la
medida en que piensan que otros harán la parte que les toca para
conseguir algún objetivo mutuamente provechoso, por lo que la acción
colectiva, de acuerdo con esta idea, tendería a suceder muy rara vez.
Sin embargo, como señaló Hirschman, la acción colectiva ocurre
frecuentemente.Véase también Douglass North.
[2]
En un texto de 1974 en donde revisa las críticas a su libro, Hirschman
dice: “In discussing customers’ or members Choice bettween exit and
voice, I naturally gave some attention to the cost of exit as compared
to the cost of voice. This comparision tipped th escales against voice,
for I considered exit to be generally costless, except when royalty is
present, while the resort to voice is typically costil as buyers of a
producto r members o fan organization spend time, effort and perhaps
even Money in the attempt to exert influence on the firm or organisation
with whose products or policies ther are dissatisfied.”
[3]
Otros autores, por su parte y a despecho de las reticencias que el
propio Hirschman expresó respecto a la formalización matemática de sus
planteamientos, han construido modelos para probar o refutar las
hipótesis basadas en el modelo salida–voz. Un buen ejemplo es el trabajo
de William Roberts Clark, Matt Golder y Sona Golder que han formulado
un modelo de teoría de juegos a partir de Salida, voz y lealtad para
examinar el rol de poder en la relación entre el Estado y sus
ciudadanos.
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