L'efecte Depardieu.
Siendo grave la impunidad con que se consagra como modelo de virtud
el caso Depardieu, me parece tanto o más preocupante el discurso
académico que justifica el chantaje fiscal por la realidad del mundo
globalizado. El mundo del siglo XXI es así, dicen. El dinero se mueve y
el que no le da facilidades lo pierde. No se pueden subir determinados
impuestos porque provocan efectos desbandada. Es la consagración
pseudocientífica del patriotismo del dinero. No hay nada hacer. La
realidad es la que es. Sólo que, por ejemplo, si Europa que, tanto habla
de unión fiscal, tuviera como una prioridad la homogeneización de las
políticas impositivas, por lo menos en el ámbito europeo, sería
imposible la competencia fiscal entre estados, y a Depardieu no le
bastaría con irse a un kilómetro de Francia. Pero algo tan elemental no
está en el orden del día, como tampoco lo está una política conjunta
contra el fraude.
Como escribe Quim Brugué en És la política, idiotes!, el
dominio intelectual de las escuelas de la elección racional ha instalado
la creencia de “la superioridad del mercado sobre el Estado, (…) de la
economía sobre la política”. Y ante ella todo es posible. Incluso que
los patriotas del dinero pasen como héroes nacionales. Todo por la
ganancia. Sálvese quien pueda, la sociedad y el bien común no existen.
Josep Ramoneda, El dinero como patria, El País, 24/12/2012
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/12/24/catalunya/1356369230_547319.html
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