Contra els liquidadors de la filosofia en l'ensenyament secundari.
Entrevista con Irati Iturritza Errea, Pedro Ángel Castillejo Blasco, Mikel Gorráiz Equisoáin, Diego S. Garrocho y Laura García Portela, estudiantes y especialistas que opinan sobre la eliminación de la Ética de 4º de ESO y la Filosofía de 2º de Bachillerato propuesta en el borrador de la LOMCE.
Esta semana he decidido hablar con una serie de expertos sobre una medida, otra que añadir a la larga lista de “reformas” propuestas por el actual Gobierno, que me tiene muy preocupada. La Filosofía, al igual que otras asignaturas, se halla en una situación delicada debido a los recortes propuestos en el borrador de la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa) y me gustaría reflejar las opiniones de varias personas relacionadas con este ámbito. Tengo el placer de presentaros a Irati Iturritza Egea, alumna de 4º de ESO, Pedro Ángel Castillejo Blasco, estudiante de Matemáticas y Filosofía, Mikel Gorráiz Equisoain, profesor de Filosofía en la etapa de Secundaria y doctorando a tiempo parcial, Diego S. Garrocho, profesor de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid y Laura García Portela, licenciada en Filosofía por la UAM y estudiante de posgrado en Teoría y Crítica de la Cultura en la UC3M. (UXUE JUÁREZ-GRUNDmagazine)
¿Crees que la posible eliminación de asignaturas como la Ética de 4ª de ESO la Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato que propone la LOMCE implicaría la incomprensión de asignaturas como lengua o historia?
I. Pienso que son asignaturas que, aunque sean teóricas, deben ser entendidas e interpretadas. Con esto quiero decir que a mi no me sirve de nada aprenderme de memoria la Revolución Francesa o los rasgos del Romanticismo, si no soy capaz de interpretar un texto en relación. Esta interpretación se aprende en parte con asignaturas como Ética y Filosofía, y creo que si se eliminan, acabaremos estudiando todo de memoria, sin sernos estas asignaturas de ninguna utilidad práctica e incluso llegando a ser aburridas y poco motivadoras.
P. No creo que la filosofía sea, en general, una herramienta que ayude a la comprensión de asignaturas como Lengua o Historia, más bien al revés: se nutre de ellas. La filosofía se sirve de todo lo que una persona conoce. Una vez comprendidas asignaturas como historia o lengua a un nivel básico (que, seamos realistas, es el que se espera -o al que se aspira- en la educación básica), la filosofía ofrece herramientas (preguntas) con las que dar una vuelta de tuerca a lo que ya sabemos. De pronto, ya no es tan importante el hecho histórico o la regla gramatical como el porqué de tal hecho o tal regla, y ese es el espíritu filosófico que se desarrolla en asignaturas como Ética (¿por qué esto está bien y esto está mal?) o historia de la filosofía (¿por qué Platón pensaba que hay un mundo de las Ideas y un mundo de las Sombras?).
M. Sí, ya que desgraciadamente nos vemos abocados a presentar la historia, la literatura y la filosofía, además de otras áreas importantes de estudio, de modo estanco y aislado, en lugar de interrelacionarlas entre sí. En este caso, la ausencia de filosofía nos privaría del bagaje que nos hace posible dilucidar los presupuestos e ideas que subyacen, estimulan y participan de estas áreas. ¿Cómo comprender la Revolución Francesa sin la Ilustración? ¿Los nacionalismos europeos del siglo XIX sin filosofía ni literatura? ¿El Romanticismo sin un contexto determinado y sin el reconocimiento y la pre-conciencia del sujeto frente al mundo?
¿Cómo conocer y comprender una vez erradicada la pregunta acerca del “porqué”?
D. Creo que la filosofía no sólo nos ayuda a comprender otras asignaturas como la lengua o la historia sino que es imprescindible para comprender, en un sentido profundo, otras disciplinas en apariencia más alejadas como son la física o la matemática. Aristóteles antes que filósofo fue científico y a Leibniz le debemos –junto con Newton- el cálculo infinitesimal. Ningún progreso científico es posible si no hemos definido antes qué son lo verdadero y lo falso y le puedo garantizar que todo gran científico ha tenido que enfrentarse en algún momento a estos conceptos. No ha tanto debatía con científicos del MIT si las matemáticas son un invención o descubrimiento y le aseguro que el asunto no estaba ni mucho menos claro. En el caso concreto de la ética podríamos preguntarnos no sólo por la naturaleza del conocimiento válido sino incluso cuestionarnos qué debemos conocer ya que también en el conocimiento existe el coste de oportunidad. La ética no es simplemente un adoctrinamiento más o menos compasivo sino que, ante todo, es el arte de las buenas elecciones. Estoy convencido de que cualquier ser humano estaría encantado de perfeccionar sus mecanismos de elección.
L. Lo creo, profundamente. Pero no sólo esas asignaturas, sino también de la física, las ciencias ambientales, la biología y muchas otras materias de ciencias. Para que nos hagamos una idea, en el bachillerato y en la carrera estudiamos filosofía e historia de la ciencia, filosofía de la historia, filosofía del lenguaje, filosofía de la literatura…etc.
Uno no puede entrar en una carrera cualquiera sin realizar una reflexión sobre su propia materia de estudio, sus fundamentos, sus conceptos, su metodología… . Esto es lo que proporciona la filosofía: una comprensión meta-disciplinaria. Sin ello cualquier materia de estudio “es ciega”.
En cuanto a la asignatura de lengua, la filosofía proporciona, entre otras cosas, una visión de conjunto entre la semántica y la sintaxis. Por ejemplo, se pregunta acerca de la conexión entre la forma de una oración y su contenido: por qué se dice lo que se dice en la forma en que se dice. Si uno no ha pasado por este tipo de reflexiones, podemos acabar creando personas que piensen que el medio es completamente neutro con respecto al contenido del mensaje. Y esto no se enseña en las clases de lengua.
En cuanto a la asignatura de historia, hay, desde luego, muchas conexiones con la filosofía. Quizá la más destacable, y por no repetir el archiconocido argumento de la conexión entre los acontecimientos históricos y el pensamiento de esa época, sea la cuestión de la verdad. Si uno no ha pensado en que existen muchas formas de “contar la verdad”, se puede caer en la ingenuidad de creer que la historia es una. Aún recuerdo una clase de historia de la ciencia en la facultad en la que un compañero preguntaba al profesor que de todas las teorías que había expuesto cuál era la verdadera. Fue curiosa la reacción del profesor, que se apresuró a gritar: ¡Nooo!¡La verdad no existe! Fue una forma curiosa de hacernos reflexionar sobre esto.
Ni que decir tiene, claro, la importancia de la filosofía para enseñar a argumentar, en cualquier materia de humanidades o ciencias.
En el caso de que se recorte el currículum de filosofía, ¿cómo crees que afectará esto a nuestra manera de pensar y comprender el mundo?
I. Creo que si no aprendemos a pensar por nosotros mismos, pensaremos de forma grupal. Quiero decir que dejará de haber variedad de opiniones, solo una de ellas será válida, y además, generalizada.
P. Como ya he adelantado en la respuesta anterior, la filosofía aprendida en el instituto desarrolla el espíritu crítico en nuestra forma de pensar.
Mas no creo que la filosofía que se estudia en el instituto cambie demasiado la forma de comprender el mundo. Las que estamos metidas en esto sí que vemos el mundo diferente a medida que vamos comprendiendo diferentes teorías filosóficas (¿cómo ver el mundo igual después de leer a -y no entender nada de- Hegel?), pero la experiencia me dice que eso no ocurre en general. Quizás alguien que suela ir a la raíz de las cuestiones, que no se crea las cosas tal y como le son presentadas y que, en definitiva, quiera saber más, encuentre en la filosofía inspiración o un modelo a seguir.
M. Más que afectar directamente al modo de pensar o comprender el mundo, lo que se pierde es una oportunidad de descubrir aquello que realmente te lleva a plantearte cómo es el mundo, cual es su sentido y si realmente hay otras posibilidades de interpretarlo, comprenderlo, configurarlo y vivirlo.
D. Sospecho que de un modo determinante. En el año 1999 el filósofo Jacques Derrida explicaba con orgullo en una entrevista para Le Figaro que Francia era uno de los pocos países en los que se enseñaba filosofía en los institutos. Creo que aquel orgullo no sólo era legítimo sino que era enormemente oportuno. La filosofía nos provee de un instrumental conceptual imprescindible para desarrollar con rigor moral y epistemológico nuestra vida. Como profesor de ética estoy absolutamente convencido del valor intrínseco de la filosofía pero, además, estudios recientes (especialmente en el mundo anglosajón) han demostrado el extraordinario rendimiento de la filosofía como disciplina vehicular en otras áreas de conocimiento. Quien ha tenido que pensar nociones tan abstractas como “el ser” o “la belleza” demostrará, necesariamente, una gran solvencia a la hora de abordar cualquier problema de carácter teórico. Del mismo modo, quien ha sido entrenado en la teoría de la argumentación, quien conoce las reglas de la lógica o está familiarizado con los rudimentos de la filosofía del lenguaje habrá desarrollado una serie de capacidades que difícilmente podrá adquirir en otras disciplinas.
L. Sin filosofía nuestra experiencia será infinitamente más pobre. No seremos capaces de ver aquellas cosas que nuestra familia, nuestros amigos, nuestro entorno en general, no nos enseñan a ver. Caeremos en la repetición de la tradición. De una única tradición.
Ello nos llevará a ser incapaces de superar los problemas que se nos planteen. Caeremos en la continua repetición de nuestros errores culturales, políticos y personales, porque nadie nos habrá enseñado que hay otras formas de hacer y pensar, formas que nuestra tradición filosófica nos puede enseñar.
Perderemos la multiplicidad de formas de mirar al mundo y de mirarnos a nosotros mismos. Seremos incapaces de comprendernos como personas, más allá de lo que los medios de comunicación y la publicidad quieran vendernos que somos. Seremos incapaces de pensar un mundo sociopolítico alternativo y acabaremos por creer en la “necesidad” que nos venda el Gran Hermano de turno.
¿A qué crees que responde la eliminación de las asignaturas citadas?
I. Creo que es una manera de controlar la sociedad. Si en la adolescencia no tenemos nada que nos incite a relacionar, interpretar etc., es mucho más fácil controlarnos más adelante. Además, si se sustituyen estas asignaturas por religión, nos dicen exactamente lo que debemos pensar.
P. Tras ver la dirección de todas las reformas que tienen que ver con la educación de nuestro wertgonzoso ministro (empleabilidad, rentabilidad, reducción de costes, etc.), está claro que nos encontramos ante una reforma ideológica de todo el sistema educativo, en el sentido de que la finalidad de la formación a cualquier nivel pasa de ser el conocimiento o la “creación” de ciudadanos críticos y adultos a ser la capacidad de adaptarse a un mercado laboral (cada vez más precario, injusto e insatisfactorio) de la forma más sumisa posible.
Por tanto, eliminar cualquier atisbo de espíritu crítico, ya sea a través de represión policial, ya sea a través de la mutilación de la filosofía en el currículum de la enseñanza obligatoria, será bienvenida por aquellos que buscan ciega obediencia.
M. Responde al diseño de un currículum más especializado que persigue una formación específica del alumnado, en un ámbito reducido y determinado acorde con los estudios y la labor que quiera desarrollar en el futuro, dejando así en la estacada uno de esos pequeños ámbitos de pensamiento y reflexión que tienden a darnos una visión de totalidad.
D. Se me ocurren demasiadas respuestas y, probablemente, haya algo de verdad en todas ellas. Hay una que es obvia: desde hace demasiado tiempo en España hemos estado gobernados por individuos que no han destacado, precisamente, por su altura intelectual. Ningún Presidente del Gobierno habla inglés de manera fluida y hemos sufrido demasiados ministros que no han completado estudios universitarios. Una disciplina que defiende y potencia el rigor intelectual lógicamente no puede ser apreciada por una clase política como la española. Los principios que legitiman la filosofía son, precisamente, aquellos que evidenciarían las vergüenzas morales y culturales de aquellos que nos gobiernan. En esta misma línea se hace evidente que una población alienada, incapaz de someter a un examen crítico a sus gobernantes, resulta mucho más dócil que una sociedad bien formada. Antes señalé que la ética es un arte de la elección y parece evidente que, si supiésemos elegir, no tendríamos a los políticos que hoy tenemos o seríamos capaces de establecer mecanismos reactivos mucho más eficaces. También existe, claro está, la posibilidad de que simplemente estén equivocados. Platón señalaba que el mal moral, en sí, no existe: simplemente hay gente confundida aunque no cabe duda de que la situación se torna peligrosa cuando aquellos que están equivocados son los responsables de gobernar la ciudad.
L. Tiene una intención muy clara: evitar que la gente piense. Hasta hace unos años, desde la derecha política de este país, se pensaba que la filosofía funcionaba como legitimadora de un orden político imperante, y efectivamente así ha sido a lo largo de muchos siglos en España. Pero eso no es necesariamente así. De hecho, el mundo en que hoy vivimos es, por fortuna, bastante diferente.
Imagino que la aparición de movimientos como el 15-M les ha hecho despertar y darse cuenta de que la filosofía es la posibilidad de pensar otras formas de vivir y de hacer política. Y esto es peligroso para un gobierno que no hace más que apelar a lo “necesario”. Frente a lo “necesario”, la filosofía muestra que siempre “hay alternativas”.
Ésta pregunta va dirigida a Irati. ¿Cómo crees que ven tus compañeros de clase la asignatura de Ética? ¿Les parece importante la Filosofía o no les importa lo más mínimo?
I. Hablando con mis compañeros, la mayoría me han dicho que se trata de una asignatura aburrida, aunque he podido ver que compartimos la misma opinión respecto a la importancia de pensar por nosotros mismos. Me han dicho que, al darle menor importancia a Filosofía y a Ética, predominaría la asignatura de Religión, que al fin y al cabo, representa una forma de pensar cerrada, sin la posibilidad de ser criticada y que no da pie al pensamiento individual.
¿Qué peligro conlleva la aplicación de la LOMCE en una etapa como la adolescencia, donde ejercicios como el debate, la reflexión y la manifestación de opiniones diversas en un ambiente de respeto facilitan nuestro desarrollo individual?
I. Al eliminar asignaturas que incitan a pensar, a debatir y a argumentar opiniones personales en una edad en la que somos tan manipulables y en la que ya de por si dependemos del grupo, está en peligro tanto la opinión como el juicio propio.
P. Hay muchos peligros que analizar en la LOMCE (reducción de financiación pública, pérdida de capacidad decisoria del consejo escolar, trato preferente a centros privados, etc.), pero centrémonos en la cuestión que nos trae entre manos, la filosofía. El sistema educativo actual se centra m´as en los conocimientos adquiridos por un estudiante que en el desarrollo de habilidades sociales y personales. En este desierto de crecimiento personal la filosofía es un oasis en el que hay espacio para el debate, para la formación de ideas propias y para el aprendizaje, no tanto de contenidos específicos (la típica lección magistral) como de formas de relacionarnos con los demás.
En general, la capacidad de discutir y debatir de forma civilizada no es innata (c.f. Telecinco) y requiere una formación que salta a la vista que está siendo insuficiente. Por tanto, empobrecer la formación filosófica es empobrecer aun más aún el desarrollo de estas habilidades que se esperan de cualquier persona que supere la etapa de la adolescencia.
M. El peligro reside principalmente en la pérdida de ese espacio de diálogo y expresión en el que, los estudiantes, sintiéndose protagonistas, expresan y ponen en común sus ideas, sentimientos y razonamientos, frente al mundo y los problemas de éste, teniendo así una experiencia de libertad.
D. Es un hecho especialmente grave que se reduzcan las horas de filosofía en la enseñanza media porque no es cierto que todo pueda aprenderse en cualquier momento. Del mismo modo en que nos resulta mucho más fácil aprender una lengua en nuestra primera infancia que cuando somos adultos, las competencias cognitivas que desarrolla la filosofía son especialmente útiles en un momento tan complejo, frágil y vulnerable como es la adolescencia. La enseñanza de la filosofía es, sin duda, una cuestión de responsabilidad política y una ocasión perfecta para demostrar nuestro compromiso con las generaciones futuras. Si de verdad nos preocupa la calidad de vida de nuestros jóvenes, si de verdad queremos que la juventud no viva enganchada al móvil y arriesgando su vida con hábitos irresponsables, creo que la filosofía es nuestra perfecta aliada.
L. Los peligros son devastadores para la formación de los adolescentes.
Como ya apunté con mi experiencia personal, la filosofía nos ayuda a construir nuestra propia individualidad, al margen de lo que nuestro entorno nos presente como “lo normal”.
Pero además de ello, la filosofía nos enseña a argumentar, a dar razones a favor de lo que pensamos y razones en contra de lo que los demás piensan. También nos ayuda a sopesar razones, ayudándonos a adoptar posturas que no habíamos valorado, pero que el peso de las razones y la reflexión sobre ellas nos hacen cambiar de opinión.
El ejercicio de dar razones evita que los adolescentes asuman derechos simplemente “porque sí” o no asuman deberes simplemente “porque no”. Comprender las razones de los deberes y de los derechos ayuda a interiorizarlos y a compartirlos, o bien a combatirlos, en caso de que, mediante un ejercicio de razonamiento y argumentación nos parezcan injustos.
Sin el desarrollo de estas actividades estaríamos creando máquinas que responderían a deberes automáticamente e individuos incapaces de luchar por la ampliación de sus derechos o de los derechos de los otros.
Por poner un ejemplo, sin toda la filosofía feminista desarrollada en los últimos siglos muy posiblemente el papel de la mujer en la sociedad sería aún mucho peor del que es actualmente. Los derechos de las mujeres han sido adquiridos a través de un proceso de argumentación político y social en el que se exponían razones para combatir las ideas propias de la sociedad patriarcal. Hay que añadir, claro, que aún queda mucho por hacer.
¿Crees que la sociedad se está haciendo eco de esta reforma? Si crees que no, ¿por qué piensas que ocurre esto?
I. No. Creo que esto es debido al momento político y económico en el que nos encontramos; una reforma como esta pasa desapercibida frente, por ejemplo a los datos del paro. Claro que se ha hablado de los recortes y las reformas educativas, pero no hemos llegado a ahondar en el asunto de la filosofía y la ética.
P. La sociedad está en estado de shock, aturdida ante tantos recortes en el ya de por sí maltrecho estado de bienestar (desahucios, pensiones, paro, copago sanitario, … La lista no tiene fin). Por ello, reformas como ésta, que resultan más sutiles, pasan de pies puntillas. El gobierno actual aprovecha este momento de crisis y confusión para introducir reformas ideológicas a todos los niveles (código penal, justicia, educación, inmigración,…), excusándose en la falta de dinero para cambiar cosas que poco o nada tienen que ver con la crisis. Como estas reformas no afectan de forma directa al ciudadano, no llaman tanto la atención como puede ocurrir, por ejemplo, con el paro o con las pensiones. Una vez más lo urgente se impone ante lo importante.
No obstante, los movimientos sociales sí que están al tanto, en alguna medida, de esta reforma, pero debemos ser nosotras, las que estamos en la comunidad educativa (profesores, estudiantes y personal de administración y servicios), las que encabecemos las protestas en contra de estas reformas educativas. Hasta que no les paremos los pies, seguirán mutilando la educación publica. Depende de nosotras poner el límite.
M. No. Todo el mundo pregona la importancia de la filosofía, pero pocos se acercan realmente a ésta y la estudian. Supongo que es difícil defender e implicarte en algo de lo que no participas, que consideras que queda relegado al ámbito personal de los filósofos. Es decir, creo que los ciudadanos se implican más en la defensa de aquellas labores que relacionan con su bienestar y seguridad, como pueden ser las funciones de un médico o un bombero.
D. Al hablar de un modo genérico de “la sociedad” corremos el riesgo de extraer conclusiones imprecisas. La gente que hemos decidido dedicarnos profesionalmente a educar lógicamente vivimos con preocupación e inquietud esta reforma porque sabemos, de primera mano, lo lesiva que puede ser para las generaciones próximas. Sin embargo, son tantos los frentes abiertos que cada vez se hacen menos visibles los constantes ataques contra el bienestar de los ciudadanos. No descarto que responda a una estrategia ya que el truco es sencillo: si le lanzo catorce bolas de ping pong no podrá devolvérmelas todas. Creo, pese a todo, que España se hace por desgracia reconocible en ciertos gestos y aunque tengamos algunas virtudes y una gran selección de fútbol todo me recuerda, irremediablemente, al “vivan las cadenas” con que saludamos el regreso de Fernando VII en 1814. Pese a todo existe esperanza: los profesionales de la sanidad pública están dando una enorme lección de activismo, responsabilidad social y compromiso.
L. La respuesta el claramente NO. Y las razones son muy variadas.
En primer lugar, porque los medios de comunicación no se hacen eco de ello. No quiero hacer comparaciones controvertidas, pero se está dando mucha más importancia al problema del catalán que al de la supresión de la filosofía. Entiendo que los medios y los partidos catalanes se hagan eco de los problemas que les afectan directamente pero, ¿qué sucede con los medios y los partidos nacionales?
En segundo lugar, porque existe en nuestras sociedades una clara tendencia a la individualidad: cada uno mira a su propio ombligo. El problema es que esta actitud es ilusoria: no hay prácticamente nada que sea sólo individual. En el caso de la filosofía, esto afecta al futuro de la sociedad española en su conjunto. Además, las consecuencias de estas medidas se verán a medio y largo plazo, y los seres humanos tenemos una increíble capacidad para luchar solo por lo que nos afecta mañana y pasado.
Se nos hace creer que la filosofía no sirve para nada, simplemente porque no obedece a la lógica de la producción capitalista. Uno cree que por dejar de estudiar filosofía no pasará nada, simplemente la gente no sabrá quién es Platón y punto. Pero se equivocan. Prescindir de la filosofía en la educación es como prescindir de la educación afectiva familiar: no nos damos cuenta de hoy para mañana, pero en ello nos va la posibilidad de ser, plenamente, personas.
Frente a un momento como el actual, en el que estamos viviendo una crisis política, económica y moral, ¿no te parecen indispensables la Filosofía y el ejercicio del pensamiento crítico?, ¿no resultan llamativas este tipo de medidas?
I. Desde el punto de vista del ciudadano es indispensable ser crítico, pues no todo es como nos lo pintan en un principio.
Por otra parte, desde el punto de vista político, al eliminar asignaturas como ética y filosofía se logra un control de la sociedad; si la sociedad no es capaz de analizar y de tener opiniones variadas, basta con dar datos que nunca serán interpretados para controlar la situación.
P. A mí desde luego que me parecen indispensables, pero no me sorprende que los de arriba quieran una población sumisa y traquilita que acate todo lo que se dice sin cuestionar, y estas medidas lograrán (¿o han logrado?) que una mayoría social prefiera aceptar en su rutina la realidad impuesta en vez de salir al exterior y luchar por construir la realidad deseada. Porque sin la reflexión filosófica, un ciudadano no sabe ni siquiera qué realidad desear, ni hacia dónde dirigirse en caso de decidirse a salir a la calle para intentar cambiar las cosas.
Se puede decir que la supresión del las dos terceras partes del temario obligatorio de filosofía implica el empobrecimiento de las realidades que los actuales estudiantes de primaria y secundaria podrán concebir a corto plazo.
M. Totalmente. Indispensables o necesarios lo son siempre. No solamente ahora, en un momento de crisis, sino que también resultan necesarias previamente para no llegar a este punto. Además, sin el uso de la razón crítica, no sólo no llegaremos a comprender las causas que nos han llevado a tal situación, sino que no adquiriremos una conciencia responsabilidad moral y política que nos lleve al ejercicio real de ésta como configuradora de la realidad social en la que vivimos, que desgraciadamente, parece verse reducida a un apéndice de la Economía.
D. Fíjese, quiero responderle de un modo enteramente honesto y para ello me acojo a su referencia al pensamiento crítico que, en su forma más perfecta, se torna precisamente autocrítico. La filosofía es un instrumento potentísimo pero no es la herramienta que todo lo puede arreglar. En este sentido creo que se hace imprescindible la cooperación entre disciplinas y que los filósofos podríamos dar claves para que otros profesionales pudieran optimizar sus conocimientos. La complejidad específica de la sociedad contemporánea exige, necesariamente, que de la economía se ocupen expertos en economía. Como oí decir a un colega recientemente: no nos confundamos, el problema no es la ciencia económica, el problema es la codicia humana. En este sentido la ética nunca podrá funcionar como una catequesis laica capaz de conmover los corazones impuros sino que, simplemente, nos ayudará a perimetrar los límites del argumento válido y el inválido, de lo decente y lo indecente. A qué lado quiera situarse cada uno eso ya es otra cosa. Eso sí, la filosofía ayuda a desbrozar el paisaje.
L. Desde luego la filosofía es indispensable, y más en una situación crítica como esta. Posiblemente, lo que hay de fondo en toda la crisis política y económica sea precisamente una crisis moral. Una de las disciplinas más importantes dentro de la filosofía es la ética. Allí se enseña al alumno la responsabilidad que tiene para con los demás y para el mundo que le rodea. También el respeto. Esto es lo que les ha faltado a nuestros gobernantes, también a los banqueros y a muchos de los ciudadanos que han permitido estas atrocidades. Creo profundamente que, por poner un ejemplo, el desastre de las preferentes no hubiera sucedido si nuestra educación hubiera tenido una asignatura como ética en todos los niveles de la enseñanza. Posiblemente, también, todos pagaríamos nuestros impuestos adecuadamente.
Creo que el refugio en la religión (mal entendida, además) ha llevado a muchos a creer que con dar limosna a los pobres era suficiente para mitigar sus malas acciones. Hace falta menos falsa caridad cristiana y más solidaridad estructural humana. Por eso la asignatura de Ética no puede ser nunca una alternativa a la de Religión, como propone el proyecto de la LOMCE.
Véndeme la Filosofía en un minuto.
I. La filosofía es el principio para ser nosotros mismos; si no podemos pensar por nuestra cuenta, nuestras opiniones (y por lo tanto, nuestros actos) estarán influidas por ideas ajenas. Por lo tanto, dejará de existir el pensamiento del “yo”, y pasará a ser el del “nosotros”.
P. En un momento como éste, la filosofía debe ser nuestra inspiración de cara a pensar qué mundo queremos. Aunque filosofar y quedarse en un plano teórico no vaya a solucionar nada, intentar cambiar el mundo sin una previa reflexión filosófica y sin un espíritu crítico es entregarse al mejor orador de turno. Aunque una no sepa exactamente qué mundo querer, debe tener claras cuáles son las cosas por las que luchar, y la filosofía permite discernir entre las posibilidades de una persona para elegir la que mejor encaje con las creencias y opiniones de cada uno.
M. La Filosofía no se vende, se regala. Y no porque no valga, sino porque es un regalo para quien quiera aceptarla.
D. Todos los grandes filósofos que he conocido son hombres o mujeres felices y, sobre todo, han cooperado con la felicidad de otras personas.
L. La filosofía es el saber más completo y enriquecedor del ser humano, tanto en su dimensión intelectual como en su dimensión personal, interpersonal y política.
En nuestra dimensión intelectual, ya ha quedado dicho, la filosofía nos ayuda a comprender las distintas materias que conforman nuestros saberes académicos. Sólo desde el punto de vista propio de un filósofo es posible comprender los fundamentos, los conceptos, las metodologías, incluso los presupuestos y los objetivos del resto de ciencias. Es más, sólo desde un punto de vista filosófico es posible dar una valoración a la actividad de las diferentes ciencias. La filosofía se ocupa de reflexionar acerca de los principios que deben regir nuestra práctica, por mucho que los fundamentos teóricos de cómo llevar a cabo esta práctica sean proporcionados por la ciencia. Por ejemplo, la ciencia proporciona las herramientas materiales y los conocimientos teóricos de cómo practicar un aborto. Pero la filosofía proporciona los fundamentos morales para reflexionar si es correcto o no legalizar el aborto. Esto es extensible a muchos otros campos.
En nuestra dimensión personal, la filosofía nos ayuda a comprendernos como personas, aceptarnos a nosotros mismos, cambiar nuestros malos comportamientos… La filosofía, en su ejercicio de ampliación de lo que es posible y legítimo ser, nos ayuda a comprender que somos libres de elegir nuestra forma de estar en el mundo mediante un ejercicio de pensamiento y de reflexión, siempre respetando las formas de ser y estar de los demás. Además, el ejercicio de razonamiento filosófico nos ayuda a comprender por qué muchos de nuestros comportamientos no son buenos y dotarnos de las razones suficientes para justificar la necesidad de cambiarlos.
Este mismo ejercicio de razonamiento puede transformarse en un ejercicio de argumentación con otros, a través de los cuales damos y recibimos opiniones sobre cómo queremos vivir en comunidad. Gracias a ello podremos alcanzar un acuerdo sobre cómo construir nuestra práctica política. En su dimensión política, también nos aporta las razones para pensar porqué muchas circunstancias sociales son injustas y luchar por su transformación.
En definitiva, la filosofía es una actividad profundamente crítica, omniabarcante, reflexiva, argumentativa e imaginativa que contribuye a crear individuos a su vez críticos con el mundo que les rodea y con las disciplinas que constituyen su saber teórico, humanistas, autorreflexivos y autocríticos consigo mismos, capaces de entablar un diálogo con los otros, capaces de imaginar y secundar nuevas formas de vivir y de pensar, responsables de sí y del mundo en que viven… ¿Acaso creemos, en los tiempos que corren, que podemos prescindir de una disciplina así? ¿Quién no querría esta formación para sus hijos?
Uxue Juárez, La filosofía ni se vende ni se trueca, se gana o se pierde, GRUNDmagazine, 19/12/2012
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