Fal·làcia ad nauseam.




De entre todas las formas de manipulación propagandística hay una frente a la que hay que azuzar el pensamiento crítico y es la falacia ad nauseam: este tipo de argumento que pretende validarse por la mera repetición insidiosa de una falsedad. Y el maestro que asoció su nombre al empleo de esta estrategia fue Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich. A él se le atribuye esa conocida frase que circula como titular de una estrategia política y propagandística esencial: Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

Goebbels empleó esta técnica de forma industrializada explotando el mito de la puñalada por la espalda (el mite de l'enemic intern). A través de discursos, carteles, películas y medios de comunicación, Goebbels se aseguró de que la narrativa de la traición interna estuviera siempre presente en la vida cotidiana de los alemanes. La estrategia consistía en repetirlo ad nauseam hasta que fuera aceptado como una verdad incuestionable que trascendiera los hechos históricos.

Este fenómeno psicológico tiene una base científica que ha sido después minuciosamente comprobada en diversos estudios como estos o estos. La constante repetición en los medios, desde periódicos como Der Stürmer hasta la radio estatal, convirtió el mito en una realidad aceptada por amplios sectores de la sociedad alemana. Las caricaturas, artículos y discursos públicos representaban a los judíos, comunistas y socialdemócratas como traidores que conspiraban para destruir a Alemania y a la que urgía defender.

El mito encajó así a la perfección en el discurso populista del nazismo, que se alimentaba del resentimiento social y ofrecía soluciones simples a problemas complejos. En lugar de abordar las causas estructurales de la crisis económica y política de Alemania, el nazismo ofreció a las masas un enemigo tangible en el que proyectar sus frustraciones. La creación de un enemigo común —el judío, el comunista, el socialista— permitió al Partido Nazi unificar a la población bajo la promesa de una "purificación" social y moral de la nación. Este vínculo entre populismo y la creación de un enemigo externo fue esencial para construir la base de apoyo popular que el régimen necesitaba para llevar adelante su programa de violencia y represión.

La información y su manejo han sido, históricamente, herramientas poderosas para movilizar a las masas y transformar sociedades. La capacidad de persuasión de la especie humana es esencial en nuestra fuerza colectiva. De forma que el modo en que los hechos y relatos son seleccionados, presentados y repetidos puede crear realidades emocionales que impulsan a las personas a actuar. En el caso del mito de la puñalada por la espalda, el control de la narrativa permitió a los líderes nazis no solo construir una explicación plausible para la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, sino también canalizar la frustración y el resentimiento de la población hacia objetivos específicos y en buena medida sentirse con las fuerzas necesarias como para desencadenar el mayor conflicto que hasta la fecha hemos conocido. Así, la información manipulada se convierte en una forma de persuasión capaz de motivar a las personas a participar en movimientos que quizás nunca hubieran apoyado en otras circunstancias.

Esta historia resuena hoy en día, cuando las narrativas populistas y conspirativas apelan a las emociones más básicas, presentando realidades complejas de manera simplista y ofreciendo respuestas fáciles a problemas difíciles. La tentación de creerlas, ir contracorriente y sentirnos pensadores críticos y autónomos es un poderoso atractivo. Este mito es un ejemplo claro de cómo estas narrativas pueden convertirse en un peligro real cuando se difunden ampliamente. Las teorías de conspiración y el populismo suelen dividir a las sociedades, enfrentando a “buenos” contra “malos” y alimentando el odio y la sospecha, desviando la atención de las causas estructurales de los problemas y dirigiendo la frustración hacia objetivos concretos, a menudo generando violencia y destrucción. Los enemigos de la patria. Los extranjeros. La casta.

La esfera digital hoy nos proporciona enormes medios para acelerar la falacia ad nauseam que empleó Goebbels y en general el Tercer Reich con maestría. Las plataformas digitales permiten a los actores políticos y a las campañas de desinformación utilizar la repetición sin control ni regulación, instalando falsedades en la mente colectiva. El debate sobre una regulación más intervencionista sobre esta explosión de teorías conspirativas y máquinas de desinformación está abierto, porque precisamente la descentralización y la libertad de expresión habían resultado un pilar democrático innegociable como forma para neutralizar las noticias falsas y criticar al poder establecido. La democracia que este año tanto ha votado está siempre en peligro.

El mecanismo subyacente al mito de la puñalada por la espalda, sin embargo, sigue completamente vigente. La repetición de mentiras erosiona la capacidad de las personas para cuestionar lo que oyen y leen. Con ella se produce una parálisis del pensamiento crítico, convirtiéndonos en blancos fáciles y receptores pasivos de viejas formas de propaganda actualizadas, con teorías conspirativas y narrativas populistas. Además, en un contexto global de desconfianza en las instituciones, discursos que señalan a un "enemigo interno" o "traidor" resurgen como fórmulas recicladas para ganar poder o influencia, reverberando en burbujas informativas que refuerzan creencias y actitudes. Y como en el mito, pueden ser capaces de canalizar peligrosas fuerzas hasta el desastre.

Javier Jurado, El mito de la puñalada por la espalda, Ingeniero de Letras 02/11/2024

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