Amistat animal.
No lo neguemos. Todos tenemos amigos raritos. Lo que nadie se puede imaginar es que algunos tengan como colegas a hipopótamos, búfalos o leones. En el ártico, estas extrañas amistades se dan de manera natural entre osos polares y perros. Lo más interesante es que esta especie de osos, cuando tienen hambre, ataca a los perros. Pero parece que en este lugar las cosas no son lo que parecen. Los osos se acercan día sí día no a jugar con los perros. Se nota que los tratan con cuidado para no lastimarlos, mostrando un extraordinario nivel de empatía.
Cualquiera que tenga una mascota no dudará de que se trata de su amigo o amiga con total naturalidad. Pero históricamente, el miedo a adjudicar características humanas a los animales (antropoformismo) siempre ha limitado el pensamiento científico. Hay terror al ridículo a la hora de usar en la misma frase "animal"y "amistad" sin entrecomillados.
La amistad es un fenómeno social mediante el cual dos individuos mantienen unos lazos, o lo que es igual: relaciones con no familiares a los que damos prioridad frente a otros. A la inversa lo mismo. En la conducta, la amistad se manifiesta por medio de la afinidad y la conexión. Éstas, por ejemplo, se expresan con el acicalado, las caricias, el juego, la protección mutua o la cooperación en diversas actividades. La mayoría tenemos una lista mental de personas que puede ayudarnos. Es lo que en psicología y sociología denominamos red social de apoyo que está formada por amigos de más o menos intensidad.
Dentro de un mismo grupo de primates, humanos y no humanos, existen todo tipo de relaciones afiliativas: aliados temporales o vitalicios, amigos que pueden durar toda la vida o no. Pero también familiares, parejas, etc. Con algunas excepciones, para los mamíferos, la red social que poseemos, junto al tipo de apego que nos une a unos individuos con otros, es vital en la supervivencia. Estos lazos invisibles, junto a las emociones, funcionan como un pegamento social, uniendo a diferentes sujetos mediante una red invisible. Éstos son fundamentales en el desarrollo, el aprendizaje y por consiguiente el éxito en el terreno social.
Por ejemplo, el primatólogo Ronald Hall, tras estudiar a los babuinos en Kenya, llegó a la conclusión de que su éxito no se debía sólo a su capacidad de ser agresivos, sino igualmente de perdonar, crear alianzas y estrechar lazos con otros miembros relevantes, es decir: de poner en funcionamiento la Inteligencia Social. Esto es tan cierto para los babuinos, como para los chimpancés o los miembros de una empresa del siglo XXI.
Además, nuestros aliados o amigos no sólo nos ayudan a protegernos de los enemigos. También somos recursos los unos para los otros, los cuales pueden materializarse en aspectos de vital importancia como la adquisición de conocimientos, técnicas, consuelo y otros elementos ya mencionados.
Lo interesante es que la amistad ha sido tan adaptativa en nuestra evolución que ahora la ejercemos con miembros de otras especies. Pero no sólo con perros, gatos, vacas y caballos. También con mamíferos con fama de agresivos. Por ejemplo, una hipopótamo llamada Jessica, visita todos los días a una familia en su casa de África de manera voluntaria. A veces duerme en el porche con el perro y espera al día siguiente, pese a ser uno de los animales que más muertes provoca al año en ese contiente. Nada la retiene allí, excepto la comida y quizás la sensación de pertenecer a un grupo, algo fundamental para los primates y muchos mamíferos también. La relación es tan estrecha que la hipopótama entra al comedor junto a la pareja de ancianos a cenar casi todos los días.
También un hombre de Estados Unidos, convive con un búfalo, el cual sale y entra de su casa con sumo cuidado, como si supiera que se trata del territorio de otro. Jamás ha roto nada o se ha puesto agresivo en el interior.
Hasta hace bien poco pensábamos que las amistades en animales se fundamentaban exclusivamente en el grado de familia y en la reciprocidad, algo que es cierto para los humanos también. Pero estudios recientes con chimpancés demuestran que añaden otros elementos del mismo modo que nosotros. Se interesan por los que tienen personalidades similares o intereses comunes.
Pero esos días en los que toda característica animal que recordara a humano debía ir entrecomillada está llegando a su fin. Cada persona que se encuentra en nuestro camino, animal humano o no humano, abre un nuevo sendero de infinitas posibilidades: la amistad. Una ventana a nuevos apoyos e ideas sobre cómo hacer las cosas.
Pablo Herreros, Amistades salvajes, Yo, mono, 31/01/2015
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