La colonització del desig (Mark Fisher).
Lo descrito genera varias consecuencias. El pesimismo se normaliza y el inmovilismo se justifica por pura lógica. ¿Qué sentido tiene intentar cambiar las cosas si, en el fondo, ni siquiera podemos proponer alternativas políticas para después? Con este panorama, lógico es que la ansiedad y la depresión aniden en abundancia sobre nuestras cabezas. No por nada es la enfermedad de nuestro tiempo: un síntoma colectivo de lo que la alienación puede causar. Un síntoma que, además, nos cuesta detectar como social, ya que el realismo capitalista atomiza nuestra capacidad de análisis, viéndolo todo a través de una exacerbada individualidad; una visión carcelaria para poder entender las estructuras sociales que nos subyugan. Como el propio Fisher nos advierte: «Desde hace algún tiempo, una de las tácticas más exitosas de la clase dominante ha sido la responsabilización. Cada uno de los miembros de la clase subordinada es empujado a creer que la pobreza, las faltas de oportunidades o el desempleo son solo culpa suya, y de nadie más. Los individuos se culparán a sí mismos más que a las estructuras sociales, que igualmente han sido inducidos a creer que realmente no existen» (Fisher, Los fantasmas de mi vida).
Mark Fisher nos habla de esto más profundamente en el libro Deseo Postcapitalista, donde con un perceptible desasosiego busca en los pensamientos frontera de nuestra época —el marxismo, el aceleracionismo, la filosofía posmoderna, etc.— la clave de cómo el sistema capitalista utiliza nuestro deseo, lo moldea, lo manipula y lo instrumentaliza a través de la publicidad, los medios de comunicación, la propaganda política y la cultura popular.
El capitalismo, con suma inteligencia, somete los posibles anhelos de relacionarnos de maneras diferentes, atacando aquellas formas culturales que plantean alternativas: mercantilizándolas, dejándolas vacías de significado contracapitalista. El deseo capitalista es tan fuerte que cuesta mucho moverse políticamente en una dirección correcta que camine hacia el postcapitalismo, porque todo está impregnado de ese fetiche mercantilizado del capitalismo. Es decir, todo está traspasado por la lógica productiva, económica y comercial del capitalismo.
A esta especie de colonización del deseo es a lo que Fisher quiere atacar, fomentando un deseo colectivo más allá del capitalismo. Esto requiere una transformación sobre cómo pensamos y sentimos, así como en las estructuras sociales y económicas que nos rodean. Para tal tarea hace falta una vuelta a la conciencia de clase, entendiendo cómo funciona nuestro deseo, sabiendo de qué es presa la clase trabajadora dentro del capital, de cómo el placer e incluso el sufrimiento nos atan inconscientemente a este sistema; de cómo el resentimiento es utilizado en nuestra contra, vertebrando una anticonciencia de clase donde la identidad rígida, nacionalista y racial es usada por el neoliberalismo para que veamos nuestro sufrimiento de manera atomizada, situando la etiqueta de enemigo o competidor junto al que comparte los mismos trazos dentro de las relaciones sociales. ¿Os suena? Así es, Fisher abre con un preciso bisturí todas aquellas pequeñas metástasis que van destruyendo nuestra conciencia y asfaltan a su vez una recta y accesible autopista para la reacción, la lucha interna, la desorientación y el fascismo.
Álvaro Soler Martínez, Mark Fisher: el deseo de encontrar una alternativa, elsaltodiario.com 07/06/2024
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