La caiguda del tecnopopulisme.




El 30 de noviembre de 2014, Salvini acababa de participar en el congreso del Frente Nacional en Lyon, donde Marine Le Pen entró en éxtasis al verlo en el estrado con una camiseta antieuro. No hacía falta más para copar el foco mediático. Pero Morisi le pidió que se fotografiase en la habitación del hotel con el torso desnudo y una corbata verde anudada al cuello para una revista del corazón. Quería que el algoritmo de Facebook ampliase la visibilidad de su jefe más allá del filtro político en el que estaba encorsetado. El plan era colonizar el flujo de información de millones de usuarios que todavía no le prestaban atención. Esa fue la revolución. El comienzo de una política de comunicación circular (territorio, redes sociales, televisión) en la que el líder de la Liga estaba expuesto 24 horas al día siete días a la semana. En casa, con los amigos, comiendo, en los mítines. Así nació la Bestia, un sistema de monitoreo de redes que diseccionaba la conversación dominante y el estado de ánimo ciudadano —una técnica conocida como sentiment analysis— para colocar los posts adecuados en cada momento. La quintaesencia del oportunismo digital.

La Bestia permitió crecer exponencialmente a la Liga. La publicidad y el marketing ligaron durante esos años su suerte al algoritmo de Facebook. Los brujos capaces de descifrarlo podían vender hielo a los esquimales del Polo Norte. Y no digamos hacer pasar por estadista a cualquier político, por muy vacías o violentas que fuesen sus ideas. “Morisi usó de manera muy inteligente el grow hacking (pirateo de crecimiento). Es lo que hacía Hotmail al principio: regalas una cuenta y esperas a que esa persona invite a sus 10 mejores amigos. Es una forma psicológica de seleccionar y crecer en círculos de calidad”, analiza Alex Orlowski, exhacker y experto en marketing político digital. “Fue un revolucionario a quien luego copiaron todos. Inventó el primer caso de gamificación en política. Un juego en web en el que lo que se vendía como un premio a cambio de tus datos personales era un político que te llamaba y tomaría un café contigo. Fue un Cambridge Analytica casero”, recuerda en referencia al juego Vince Salvini, un experimento que permitió al líder de la Liga convertirse en el político con más seguidores de Europa (4,7 millones en Facebook).

Daniel Verdú, Auge y caída de los gurús del tecnopopulismo, El País 19/12/2021


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