Què difícil és ser lliure.
Según Jean Paul Sartre, “el hombre está condenado a ser libre”. Esta frase nos choca por su aparente pesimismo; estamos acostumbrados a pensar en la libertad como algo que nos sacará de nuestras ataduras para dejarnos obrar como deseemos.
Sin embargo, la libertad, para Sartre, provocaba una gran angustia en el individuo pues le obligaba tomar decisiones para encabezar su vida. En parte, Sartre tenía razón: la libertad agobia, por eso solemos buscar líderes, dioses o creencias a los que regalarles nuestra libertad y pensamientos. Y hoy en día todos podemos tener las creencias que queramos e incluso hablar de ellas y difundirlas. Pero esto no es necesariamente bueno. Muchas personas utilizan la desesperación de la gente por creer en algo para ganar poder sobre ellas. Ejemplos de esto serían los líderes de sectas y nuevas religiones o tratamientos alternativos que prometen curar enfermedades terminales pero acaban matando a sus pacientes.
Si animar a un suicida para que acabe con su vida es un delito, animar a un enfermo a dejar su tratamiento por otro que tiene más posibilidades de matarlo, también debería serlo. Dejamos de creer en dragones cuando éramos pequeños, ya es hora de dejar de creer en magos y hechiceros.
Cristina Castro, , elperiodico.cat, 30/01/2018
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