Heràclit i l'Ú.




Asia Menor , en Éfeso, en torno a a los S.VI – V a.C. Ahí está Heráclito1, de carácter altanero, misántropo y melancólico y que, entre otras cosas, desprecia la plebe2. Este filósofo presocrático observa todo lo que le rodea a través de sus sentidos, sabiendo que no puede fiarse del todo, pero con la certeza que éstos, al fin y al cabo, son imprescindibles para obtener sabiduría. Y escruta esa realidad en la que está sumergido, un mundo de continuo e incesante cambio en la que se desarrolla una obstinada impermanencia de las cosas que no le deja indiferente. ¡No hay nada estable!, le gritan una y otra vez los sentidos. Y la razón (λόγος), la única capaz de descubrir la verdad, le dicta que, a pesar de ese incontestable cambio de las cosas que le llega por medio de los no del todo engañosos sentidos, el ser (la realidad) sólo puede ser uno3. Y si todas las cosas son uno (el ser), de ese uno tienen que salir todas las cosas, concluye Heráclito. De esta forma, admitiendo unidad del ser y, a la vez, concediendo la existencia de un permanente cambio, el filósofo de Éfeso llega a la concepción de la unidad en la diversidad, de la diferencia en la unidad4. Como apunta Fraile, el monismo de Heráclito se concilia con un cierto pluralismo5. Con todo, para el de Éfeso la lucha de contrarios es esencial al ser Uno y éste sólo puede existir necesariamente a partir de la tensión de los contrarios6. Y esta tensión de los contrarios la encarna el fuego que es principio (ἄρχε)7 de todas las cosas. Todas las cosas se transforman en fuego y el fuego en todas las cosas, siendo la totalidad de esas cosas siempre la misma: el ser Uno.



Onofre Castells, Heráclito, el “Πάντα ῥεῖ” y el Fuego, relatos de Onofre Castells 29/01/2018

1A Heráclito lo llamaban “el oscuro” porque su modo de escribir se asemejaba a las sentencias pronunciadas por los oráculos. Pero había un motivo de peso por el cual el de Éfeso escribía así, a saber, quería evitar el menosprecio y las burlas de aquellos hombres ignorantes que creían entender las lecturas fáciles. En fin, Heráclito, el oscuro, escribió un libro llamado “Sobre la naturaleza” del cual nos han llegado diversos fragmentos. Llama la atención la manera en cómo en uno de esos fragmentos, el B.123, el de Éfeso describe el comportamiento de la φύσις y cómo tal descripción se ajusta, en gran medida, al carácter del propio filósofo: φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ (la φύσις ama el ocultarse [el emerger gusta de ocultarse]). ¿Por qué decimos que se puede ligar la descripción que se hace en este fragmento de la φύσις con el carácter de Heráclito? Primero porque el filósofo escribía, como hemos dicho, de un modo oscuro, esto es, de un modo en que sus sentencias se ocultaban a la débil luz de la inteligencia poco despierta, y segundo porque la propia vida de Heráclito resultó ser un ocultamiento, un retirarse a la oscuridad para emerger sólo ante las mentes más privilegiadas: aburrido de los hombres, se retiró Heráclito al templo de Artemis, donde se entretenía en jugar a las tabas con los niños. Finalmente huyó a los montes, donde vivió manteniéndose de hierbas. Contrajo una hidropesía y murió lastimosamente a los sesenta años.
2«Fue proverbial en la antiguedad su carácter altanero, misántropo y melancólico. Lo representaban siempre llorando, en contraposición a Demócrito, que siempre estaba riendo. Despreciaba la plebe» (Fraile, 2015).
3«Hipólito, Ref. 9,1 DK 22 B 50 [b]: No escuchándome a mí, sino al lógos, es sabio reconocer que uno es todo» (Oñate, 2004).
4Copleston, 1994.
5Fraile, 2015.
6 «Orígenes, C.Cels. VI 42 DK 22 B 80: Hay que saber que la guerra es común, que la justicia es lucha y que todo acontece por lucha y por necesidad» (Oñate, 2004).


7«B.64 Y todo lo gobierna el rayo”. El rayo es el fuego. Zeus es el que envía el rayo» (Marzoa, 2013).

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