Mirar sense veure.





Todos creemos que podemos ver lo que está delante nuestro, recordar con precisión acontecimientos importantes de nuestro pasado, comprender los límites de nuestro conocimiento, determinar de forma adecuada la causa y efecto de distintos sucesos –dicen los autores–. Pero estas creencias intuitivas a menudo están equivocadas y se basan en ilusiones que encubren las limitaciones de nuestras facultades cognitivas. 

Miramos sin ver. Pensamos que deberíamos percibir cualquier cosa que esté delante pero de hecho apenas advertimos una pequeña porción de nuestro campo visual en cada momento. El cableado de nuestras expectativas visuales se encuentra casi por completo aislado de nuestro control consciente. De hecho, los conductores no ven a muchos motociclistas –y se los llevan por delante cuando doblan– porque no están esperando ver motocicletas.

Cuando hablan por celular, los conductores reaccionan en forma más lenta que los semáforos, tardan en hacer maniobras evasivas y en general tienen menos conciencia de su entorno. El problema está en que hablar por teléfono al manejar, pese a que en apariencia no implica ningún esfuerzo, socava nuestra atención, nos distrae más de lo que creemos. Perjudica en forma notable la percepción visual y la conciencia de nuestro entorno. Olvidamos que nuestros circuitos neurológicos para la visión y la atención están construidos para las velocidades propias de los peatones, no para las del manejo. (Christopher Chabris, Daniel Simons)

Cada vez que miramos sin ver, Revista Ñ Ideas, Clarín.com 07/11/2011

https://www.clarin.com/ideas/gorila-invisible-christopher-chabris-daniel-simons_0_HJh4AZinDmx.html?fromRef=facebook&fbclid=IwAR0h28ey7TyY5pGY2c2I2VIInaytgE2EBZB593QkautNGIOW54LRCxL0rJw

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