Democràcia: el combat per atraure la nostra atenció.





Lo primero que hay que volver a pensar es el modo como se degradan las democracias. Tendemos a pensar que las democracias mueren a manos de personas armadas. Ahora bien, al igual que el poder, tampoco la violencia política es lo que era, por lo que hay que pensar fuera del marco mental del golpe de Estado o la insurrección, y más en términos de inadaptación, ineficiencia, degradación o desequilibrio. Más que complots contra la democracia, lo que hay es debilidad política, falta de confianza y negativismo de los electores, oportunismo de los agentes políticos o desplazamiento de los centros de decisión hacia lugares no controlables democráticamente. En vez de manipulación expresa, estamos construyendo un mundo en el que hay un combate más sutil y banal por atraer la atención; donde el activismo político adopta la forma del voyeurismo; en el que es difícil discernir la opinión autónoma del automatismo de opinar. Los personajes que amenazan nuestra vida democrática son menos unos golpistas que unos oportunistas; su gran habilidad no es tanto hacerse con el poder duro como lograr atraer el máximo de atención. En esto, Donald Trump es el gran campeón de la banalización política.

Daniel Innerarity, Democracia tras la democracia, La Vanguardia 22/09/2018

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