Big Data i política.



Es cierto que las grandes acumulaciones de datos son una de las fuentes de negocio y poder más importantes del siglo. Millones de chinos saliendo del trabajo y usando sus móviles, generan inmensas acumulaciones de datos que pueden ser empleados de múltiples modos, de los que se ocupan los algoritmos de las analytics, IAs especializadas en la creación de perfiles finos clasificatorios. Cierto, estos dispositivos traducen los datos en información, mucha de ella efectiva. Pero no están resueltos ni van a resolverse por el momento otros problemas con las masas de datos: los datos no son hechos, son simples signos muy contingentes que pueden producir acumulaciones de información, pero la información misma es algo muy contingente y frágil. Como cualquiera puede comprobar pasándose una tarde ante los algoritmos de Amazon, Google o cualquiera de las grandes plataformas, si dedica un poco de tiempo a producir entradas aleatorias o muy variadas, los perfiles de propaganda que generan son completamente locos. Los ingenieros que crearon los algoritmos confían en las regularidades de la gente, de sus gustos y usos, pero la información relevante no es fiable ni genera por sí misma hechos y mucho menos conocimiento. Se ha hablado mucho de los usos de las analytics en la propaganda de varias elecciones, como la de Trump o del procès catalán, pero está por ver que hayan tenido alguna influencia visible por más que hayan producido millones de tuits. La polarización y la posverdad son fenómenos informacionales, pero no son agencias políticas sostenibles.

Fernando Broncano, La división social del trabajo entre humanos y máquinas, El laberinto de la identidad 23/09/2018

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