La mirada censora.

Nos gusta prohibir más que gozar, porque prohibir nos parece más democrático, más al alcance de todos.

La mirada censora es perversa, porque evoca dentro del propio individuo que mira una pieza artística sus enfermizas obsesiones, delata su cochina mente. El censor busca aliados en la corrección, en la buena educación, en el moralismo y en el proteccionismo tratando de confundirlos a la hora de distinguir entre ficción y realidad.

David Trueba, Atrás, El País 12/12/2017

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