Algoritmes i déjà vu



¿Cuándo fue la última vez que descubrió algo en internet? Algo realmente nuevo que no oliera a déjà vu, una auténtica sorpresa. Quizás, ya hace mucho tiempo porque nos movemos en territorios tomados por un poder al que llamaremos genéricamente algoritmo, que nos ha convertido en seres reiterativos y previsibles, en bucles de repetición. Exactamente, así como son ellos.

Ya no vemos lo que queremos, sino lo que nos enseñan. Y lo que nos enseñan es muy parecido a lo que ya hemos visto. Vivimos asediados por recomendaciones que no hemos pedido y que nos persiguen allá donde vamos. Hace tiempo que las publicaciones de nuestros amigos se solapan con publicidad que tampoco hemos elegido, pero que alguien ha comisariado para nosotros. El algoritmo nos quiere contentos, aseguran varios expertos consultados para este reportaje. Pero entonces, ¿cómo se las arreglan para conseguir exactamente lo contrario?

Los sistemas de recomendación se entrenan con nuestros datos y parecen dispuestos a adivinarnos el pensamiento, adelantarse a nuestros deseos y completar las palabras que dejamos a medio teclear, pero con frecuencia se equivocan, y no nos entienden. Son un espejo distorsionado de nuestros deseos. Por ejemplo, no razonan que si alguien ya ha comprado un billete a Cancún no querrá seguir viendo los precios a ese destino, sobre todo si son más baratos de los que ya ha conseguido. Tampoco entienden que si una vez uno ha cenado empanadas argentinas, al día siguiente no querrá lo mismo, aunque si le ponen el anuncio delante quizás acabe tomando el camino más fácil.

Hace unos meses, un reportaje en The New Yorker aseguraba que estábamos instalados en la era de la ansiedad algorítmica. Un sinvivir provocado por las dudas de identidad que nos produce vivir bombardeados por recomendaciones que, en teoría, venían a ayudarnos a organizar el flujo de contenido digital de internet, pero que al final distorsionan y simplifican nuestros gustos. ¿Acaso somos esa persona a la que persigue un anuncio de sujetadores deportivos allá donde va?

La ansiedad algorítmica es también una crisis de identidad: ¿Me gusta lo que creo que me gusta o me estoy dejando llevar por un algoritmo que no entiendo del todo? A veces es imposible entender por qué nuestros contenidos se vuelven monotemáticos y solo nos sugieren comida japonesa o conferencias de aficionados a las criptomonedas.

Karelia Vázquez, Ansiedad algorítmica ..., El País 09/12/2022

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