Se lamentaba Mark Twain : "El embustero ignorante e inhábil no tiene armas para luchar contra el embustero instruido y experto. ¿Cómo puedo yo bajar a la arena y medir mis armas con las de un abogado?"  Reconocía el escritor americano que, incluso dispuesto a mentir, su mentira podía resultar inútil frente a mentiras mejor manejadas. La mentira es más perfecta, más mentira. cuanto más parece verdad.  ¿Qué puede hacer, pues, el hombre común ante las mentiras de los políticos en campaña electoral? ¿Qué, ante las mentiras de la Prensa, la escrita, la hablada, la audiovisual? ¿Nada?  ¿No puede hacer nada? Sí, puede hacer algo: mentir. Y lo hace. Lo viene haciendo desde que era pequeño. Aprendió a mentir a sus padres -que ya sabían mentir a sus hijos-, a los maestros, a los amigos. Y ese aprendizaje le fue muy útil para seguir mintiendo de mayor. Para mentir a su novia, a su mujer, a su amante, a sus hijos, a sus jefes, a los guardias, a los abogados, a los médicos, a los confeso...
 
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