Posthumanisme.







Cierto que en toda utopía hay la distopía que lleva la sociedad que la sueña. Cierto que todo humanismo es un reflejo lleno de puntos ciegos de los ideales antropológicos de cada momento. De ahí el posthumanismo crítico contemporáneo, una gran llamada al abandono del antropocentrismo, que en realidad ha sido androcentrismo, econocentrismo y depredación de la naturaleza. “Humano”, como su raíz “homo” no tiene género, por el contrario hace referencia al “humus”, al barro en el que prolifera toda forma de vida. El humanismo ha girado en los últimos tiempos hacia una forma tensa de disputar las raíces de los humanos en el barro de la vida. Las posthumanistas contemporáneas, a quienes Rosi Braidotti ha dado nombre y agrupado, representan la forma más sugestiva del humanismo contemporáneo por más que pueda sonar a contradicción: Gloria Anzaldúa, Donna Haraway, Katherine Hayles, Kim Toffoletti, Gayatry Spivak, Judith Butler y tantas otras autoras que han decidido habitar una cultura desterritorializada, nómada, en una diáspora lejos del antropocentrismo y se mueven en un campo que vagamente ha sido denominado como posthumanismo crítico. Esta forma crítica de humanismo significa un descenso al humus, no reivindica la dignidad del "hombre" sino su indigna incapacidad de convivir con el resto de la vida e incluso con sus propias realizaciones, convertidas en mercancías o armas más que en extensiones del cuerpo y de la vida. Representan un movimiento intelectual que recuerda no casualmente al tiempo de los humanistas, quienes entre los albores del Renacimiento y el Barroco más cruel suscitaron breves esperanzas de una forma de vida tolerante, abierta, igualitaria e incluso comunista. Los vientos de la guerra, el nuevo poder de los estados y del emergente capitalismo se llevaron las esperanzas, pero no la memoria de aquel tiempo.

Fernando Broncano, Humanismo, utopía, posthumanismo, El laberinto de la identidad 12/09/2020

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