La societat del rendiment ens pot deixar sense futur?

Valdrá la pena destacarlo, para prevenir del malentendido: no se trata de que estas nuevas metáforas den cuenta mejor de la nueva realidad, sino , para ser exactos, de la forma en que los individuos se representan su situación en la nueva realidad (representación que, a fin de cuentas, forma también parte de la misma). ¿Quién mejor que el deprimido, para personificar el paralizante tópico del "no hay nada que hacer"? ¿Quién mejor que el que se ve a sí mismo como un fracasado, para ejemplificar la victoria de un orden que ha conseguido ser percibido como una fatalidad, cuando no como un destino? ¿Quién, mejor que el que acepta mansamente cualquier contrariedad que proceda del mundo con el acrítico argumento de que "son las reglas del juego", para ilustrar el grado de invisibilidad alcanzado por los poderosos, por los nuevos amos del mundo, en esta etapa de desatado capitalismo financiero y especulativo que nos está tocando padecer?

Parece evidente que si esta forma de ver las cosas se impusiera por completo no habría más remedio que extraer la conculsión de que, de manera inapelable, nos hemos quedado sin futuro. Pero la formulación en condicional pretende advertir de lo precipitado de una tal conclusión. Porque de la misma manera que cabría sostener que uno de los grandes errores de la Modernidad fue inferir de la existencia de la conciencia el principio de su completa soberanía sobre lo real (convencimiento, a poco que se piense, anitintuitivo por completo: ¿desde cuándo loa conciencia garantiza la soberanía?), así también resultaría poco consistente inferir, a partir de la constatación de sus abundantes limitaciones, una absoluta impotencia para enfrentarse a lo que hay. Máxime cuando si algún tipo de señales emite la realidad actual, no son tanto de fortaleza como de debilidad. Ante una situación así, habría que dejar claro que, de consumarse la derrota del futuro, no lo sería tanto porque se hubiera producido un agotamiento de las posibilidades, sino por incomparecencia de ningún sujeto dispuesto a hacerse cargode ellas para materializarlas en una dirección satisfactoria par todos. Quiere decirse: justa y equitativa.

Manuel Cruz, ¿De verdad nos hemos quedado sin futuro?, Claves de razón práctica, nº 227, Marzo-Abril 2013

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