L'exclusió del 'problema total de l'existència'.

En alguna ocasión he evocado aquí el libro de Max Pohlenz La libertá greca en el que se recuerda el vínculo entre la condición del ciudadano y la asistencia al teatro, siendo los esclavos los únicos que estaban a priori excluidos de lo que en la representación trágica se dirime.

La cuestión es de total actualidad en un momento en que parece que nuestra atención está exclusivamente canalizada hacia el mal contingente, mal del que la sociedad constituye la matriz en lugar de servir de contrapunto.

Es abrumador que no quepa detenerse en lo que de inevitablemente trágico tiene la condición humana, y es duro corolario de ello el que tampoco quepa la exaltación y la fiesta. Ensombrece el alma el que sólo quepa enfrentarse a la miseria empírica, que una sociedad mínimamente sana hubiera conseguido relativizar. Ensombrece el alma que no haya forma de confrontarse a los retos auténticamente esenciales que tiene el hombre. Ensombrece el alma que las artificiosas querellas generadas por un sistema social mutilador de lo humano excluyan del horizonte ese "problema total de la existencia" al que se refiere Marx al final de los Manuscritos del 44

Víctor Gómez Pin, El mal contingente, El Boomeran(g),  14/03/2013

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