La 'fuzzy logic' i el tren de Sendai.
Lotfi A.
Zadeh nació en 1921 en Baku, capital de la antigua República Soviética
de Azerbaiyán, donde su padre, iraní, trabajaba como periodista. Cuando
cumplió los diez años, se mudó con su familia a Irán y prosiguió sus
estudios en la escuela presbiteriana americana. Luego, se desplazó a
Estados Unidos, donde, después de pasar por el MIT, se incorporó en 1959
al departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación de
Berkeley, en el que empezó a dirigir el área de Soft Computing en 1991.
Aunque es ciudadano estadounidense, ha conservado la nacionalidad
iraní.
En 1965, Lotfi Zadeh propuso su teoría sobre la lb en un
trabajo que acabó siendo de los más citados del siglo XX. La idea
central es que la lógica clásica impone que un elemento esté claramente
demarcado en una exposición. Pero, según Zadeh, la realidad es más
compleja. Hay grupos, clases, cuyos límites son indeterminados. Por ello
la lb establece un puente entre la lógica clásica y el mundo real.
Más
de dos decenios después, el inventor de la lb introdujo una nueva idea:
la de soft computing, una metodología híbrida que engloba la lógica
borrosa, las redes neurales, los algoritmos evolutivos y el razonamiento
probabilístico. Así la lb entra a formar parte de los procesos de toma
de decisión de los sistemas y de los ordenadores que de este modo son
capaces de evaluar entre grados y tonalidades de la realidad.
En
los últimos cincuenta años, esta metodología ha generado alrededor de
cincuenta mil patentes solo en Japón y Estados Unidos. Los principales
avalistas de la teoría de la lb han sido todas las aplicaciones
prácticas que ha generado. Que un método esté o no conectado con la
realidad se demuestra cuando puede emplearse en productos que forman
parte de la cotidianeidad del día a día. La lb permite integrar
elementos de perfiles imprecisos, como todo lo que tiene relación con
grados y matices. Por ejemplo, en el caso de las lavadoras, esta técnica
permite seleccionar un ciclo modulando su duración y velocidad con el
nivel de suciedad de la ropa de una forma más económica que otros
métodos. Otros campos similares son los buscadores de internet, las
cámaras de vídeo, la instrumentación médica, las plantas de tratamiento
de aguas residuales o el control inteligente de motores para coches.
Sin
embargo, lo que hizo especialmente famosa a la lb fue su contribución a
la mejora de las técnicas en la conducción de metros y ferrocarriles;
el ejemplo más conocido es el del tren de Sendai, en Japón.
En el
acto de entrega del premio, el propio Zadeh recordó que su teoría no ha
estado libre de controversia. La lb ha sido recibida con entusiasmo por
algunos científicos e instituciones pero también con gran escepticismo
por parte de algunos sectores académicos y profesionales. No todos creen
que la teoría de los conjuntos borrosos sea algo consistente desde el
punto de vista científico y matemático. La controversia con la lb
empieza por su propio nombre, que, según Zadeh, tiene connotaciones
peyorativas en lengua inglesa. Según el premiado, este ha sido el motivo
de que sus teorías hayan tenido más aceptación en los países asiáticos,
que adoptan más fácilmente “matices del gris”, que en el “cartesiano”
Occidente cuya tradición requiere que las cosas sean blancas o negras.
Quizá
por ello el país más receptivo a las aplicaciones de la LB fue Japón,
que apoyó su empleo en los sistemas automáticos de trenes y metros de la
ciudad de Sendai. Según afirmaban los impulsores de esta tecnología,
los sistemas de aceleración y de frenado producían un menor coste de
energía eléctrica y una experiencia de viaje más suave para los
pasajeros.
Uno de los críticos más conocidos de la LB y sus
aplicaciones fue el recientemente fallecido Robert A. Pease. Graduado en
el MIT, fue ingeniero de aplicaciones en la National Semiconductor Corporation y experto en circuitos integrados, además de divulgador científico, escéptico y colaborador de la revista Skeptics del conocido periodista científico e historiador Michael Shermer.
Bob
Pease discutía las ventajas de la lb sobre los sistemas convencionales,
que tan bien conocía. Para él, la mayoría de afirmaciones sobre el
valor de esa metodología se basaban, principalmente, en el
desconocimiento técnico de sus analistas. En el famoso caso del tren de
Sendai, Bob Pease opinaba que resultaba menos eficiente que otros
sistemas a la hora de economizar energía, y que solo aparentaba serlo
más a causa de un fallido análisis computacional realizado en 1985 y
nunca revisado, y a causa de que la única investigación científica seria
se efectuó antes de que el tren se pusiera en circulación. Reconocía
que era un buen tren, suave y bien construido, pero que, por sus
características, no podía ir más deprisa que los demás ni consumir menos
energía. En su opinión y en la de otros escépticos, los documentos
técnicos en que se fundamentaban tales afirmaciones eran “triviales”,
estaban escritos con símbolos “esotéricos” y redactados en “fraseología
erudita y oscura”, incomprensible hasta para quienes aplicaban la LB.
Sea
como fuese, el propio Pease admiraba las dotes intelectuales y la
imaginación de Lotfi A. Zadeh. Y su deportiva capacidad para aceptar el
diálogo y la controversia con sentido del humor. El mismo Zadeh contó en
distintas ocasiones el deseo expresado por un buen amigo, escéptico
ante la LB: “Lotfi, espero vivir lo suficiente para verte invitado a la
Casa Blanca y que el presidente te imponga una medalla por tomarles el
pelo a los japoneses haciéndoles creer que la lb es una buena idea.”
Una
excelente anécdota que pone la guinda a un desafío intelectual que
quienes somos legos en tan sofisticada materia podemos disfrutar.
Mª Teresa Giménez Barbat, Lofti A. Zadeh y la lógica borrosa, Letras Libres, Marzo 2013
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