El "Juntos" de Sennet.

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El título de este libro bien pudiera ser una respuesta indirecta a la celebérrima obra de Robert Putnam Solos en la bolera, en la que su autor analizaba el declive del capital social estadounidense que habría conducido a sus conciudadanos a renunciar a la cooperación para retraerse en su aislamiento y olvidar el arte de asociarse. Pero al entenderlo como respuesta no pretendo sugerir que el Juntos de Sennett sea una antítesis dialéctica del Solos de Putnam sino algo muy diferente, como es un intento de diálogo con las propuestas de este. Y nunca mejor dicho, pues un leitmotiv de sus páginas es precisamente el contraste entre la dialéctica y el diálogo (la dialógica) como alternativas complementaria en todo intercambio social: la dialéctica busca convencer al rival sumándolo al propio consenso (una especie de opa, aunque no sea hostil) mientras que la dialógica parte del recíproco reconocimiento de las legítimas diferencias.

Pues en efecto, Juntos y Solos pertenecen a un género literario muy diferente. El de Putnam era un análisis exhaustivo con profusión de datos empíricos y estadísticos sobre el progresivo retroceso de la propensión estadounidense a cooperar y asociarse durante las últimas generaciones. Mientras que el de Sennett es un ensayo literario explícitamente situado bajo la advocación de Montaigne (a quien dedica como elegante corolario sus páginas de cierre), compuesto como aparente mosaico de observaciones miniaturistas sobre diversas interacciones humanas en los más variados contextos laborales, económicos, religiosos, culturales y políticos, muchos de ellos procedentes de la propia experiencia biográfica de su autor. A título de ejemplo cabe destacar la minuciosa reconstrucción de los ensayos profesionales vividos por Richard Sennett como instrumentista (violonchelo) y director de música de cámara. Una experiencia de la que deduce su opción de preferir el diálogo entre diferentes del consenso entre semejantes.

Los embajadores
Pero el contenido de Juntos apunta al mismo objeto que el Solos de Putnam, que es el de tratar de reconstruir la “evolución de la cooperación” (célebre título de Axelrod al que Sennett también cita elogiosamente aunque sin entrar nunca en las implicaciones de su análisis), entendida dicha evolución como la senda histórica de ascenso y caída de la capacidad humana de coordinarse para cooperar o competir. Pero si Putnam reduce su lapso de análisis al siglo XX estadounidense para concentrarse en su segunda mitad, Sennett lo extiende desde el Renacimiento y la Reforma protestante hasta la actualidad. Para ello divide su obra en tres partes. La primera narra el ascenso del arte de cooperar que se produjo con el surgimiento y desarrollo de la modernidad, ilustrada con ejemplos extraídos tanto de su propia obra (como su célebre libro sobre el espacio público: Carne y piedra) como de otros autores, destacando el Norbert Elias de El proceso de la civilización. Un ascenso de la civilidad cooperativa que resume y simboliza con una célebre pintura a modo de metáfora genial: Los embajadores (1533) de Hans Holbein el Joven, en cuya iconografía se entrelazan la diplomacia, el comercio, la artesanía y los instrumentos de precisión como principales arenas de juego de la cooperación. También se incluye en esta primera parte el influjo de la Reforma, que reconstruyó el comunitarismo religioso de base contra la espectacularización jerárquica del catolicismo, y la doble lógica del asociacionismo obrero surgido desde abajo (en las casas del pueblo) y desde arriba (en la lucha política) tras la revolución industrial. 

En cambio, la segunda parte describe cómo el actual capitalismo financiero y consumista está destruyendo el arte de cooperar para precipitar a todos entre la depredación y el retraimiento. Aquí reintroduce mucho material análogo al que ya aparecía en su primera obra maestra de 1977, El declive del hombre público (Anagrama, 2011), y en el libro que le haría famoso, La corrosión del carácter (Anagrama, 2000), así como en su secuela, La cultura del nuevo capitalismo (Anagrama, 2006). Finalmente, en la tercera parte se ofrece una caja de herramientas utilizables para reconstruir la capacidad de cooperación, en un intento que cabría considerar decepcionante y quizá fallido a la espera de que lo desarrolle mejor en su próximo libro. 

Pese a recurrir al análisis freudiano del narcisismo para fundar su crítica al retraimiento contemporáneo, lo cierto es que Sennett cae de bruces en él, dado su excesivo protagonismo que rebrota por todo el libro. De ahí que no sorprenda la llamativa ausencia de autores fundamentales para el análisis de la cooperación, como son Mancur Olson o Mary Douglas, y sobre todo Randall Collins para los rituales de interacción. De haberlos utilizado hubiera ganado mucho la profundidad de su reflexión, que solo destaca cuando analiza lo que llama el triángulo social (autoridad respetada, compañerismo confiado y complicidad crítica) y las cinco modalidades de interacción (altruismo, solidaridad, reciprocidad, parasitismo y depredación). En suma, una obra que brilla a gran altura por su poderoso estilo ensayístico. 

Enrique Gil Calvo, Artesanía de la sociabilidad, Babelia. El País, 23/03/2013

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