Metròpolis globals contra perifèries (Christophe Guilluy).




... la globalización crea mucha riqueza, pero concentrada en algunas categorías sociales y en algunos territorios. La polarización del empleo existe en Francia, en España o en Alemania, sea cual sea el contexto económico.

El modelo económico está ahí y es imposible volver atrás. Por eso me parece estúpido el debate a favor o en contra de la globalización. A favor o en contra del liberalismo. ¡Qué estupidez! Es como el oxígeno: está ahí. La cuestión es que la economía actual no hace sociedad. Puedes tener muy buenos resultados económicos, pero eso no dice nada de la integración social de las categorías populares. Eso es lo nuevo. Antes, la economía hacía sociedad, integraba a la mayoría. Tenemos que pensar no en un modelo económico alternativo, sino complementario. Si no lo hacemos, destruiremos la sociedad entera.
No soy un nostálgico del mundo de antes. Soy nostálgico de un periodo en el que las clases populares estaban integradas económicamente. Y, por tanto política y culturalmente. No se puede construir una sociedad dejando de lado a los más modestos. Es imposible. No se sostiene. Para mí eso no es volver al pasado. Al contrario: es materia de reflexión cómo integrar a estas categorías.
En Francia las tres cuartas partes de la creación de la riqueza procede de las metrópolis globales. Sería estúpido descartar eso. Pero necesitamos hacer vivir al conjunto del territorio, también a la Francia periférica. Hay experiencias locales que conozco. La prioridad es integrar ese territorio. Macron creyó durante mucho tiempo que con la técnica del goteo de las riquezas iba a integrar el conjunto. Los americanos han abandonado esta teoría, saben que no hay irrigación del conjunto. Steve Case, el patrón de AOL, dice: 'Silicon Valley y Nueva York van bien, ¿pero qué pasa en esa América periférica de los flying states [los estados del centro de EEUU que se sobrevuelan en los viajes de costa a costa]? Él lanzó una iniciativa interesante porque invierte el método. Busca startups en ciudades pequeñas y financia con 100.000 dólares proyectos locales. Lleva el negocio al corazón de Estados Unidos. ¿Por qué lo hace? Porque las clases populares no van a moverse, van a quedarse en su sitio. Todo el mundo no va a mudarse a Madrid, Barcelona o París. Eso se constata en Francia. La mayoría de la gente vive donde ha nacido.
La idea de la movilidad para todos es imposible. Hay gente muy móvil, la de las grandes ciudades, pero estamos en una fase de sedentarización. Hay que ir al encuentro de esos territorios, darles poder. También políticamente.
Estamos obligados a repensar la sociedad con sus contradicciones. La contradicción es que hay espacios muy integrados en la globalización y, enfrente, territorios y categorías que se sedentarizan y a los que tenemos que encontrar un destino. La división esencial del siglo XXI es la que enunció David Goodhart entre los anywhere [la gente de cualquier sitio] y los somewhere [la gente de un sitio concreto]. Tenemos que hacer cohabitar esa contradicción. Eso es la democracia. No hace falta que estemos de acuerdo en todo. Tiene que haber terrenos de consenso. Y éste sólo es posible si tenemos dos bloques estructurados. La división izquierda-derecha ya no es hoy pertinente. Lo que resulta asombroso es que los somewhere de América eligieran a un millonario de Nueva York para representarles. Nos equivocamos cuando pensamos que los populistas son demiurgos. Trump no es un genio, eso es evidente. No es que Trump manipule a la working class americana. Ésta utiliza a Trump. La clase trabajadora americana constató que la globalización no le había beneficiado y que, además, suponía su invisivilidad cultural. Utiliza la marioneta Trump para decir: 'Existimos'. Como los chalecos amarillos utilizan el chaleco para decir: 'Existimos'. Y como los brexiters utilizaron el Brexit. La clase obrera británica no está en contra de Europa, ellos querían decirle a la City, no a Europa: 'Existimos'. La clase trabajadora no ha encontrado su representante político natural porque la izquierda abandonó a las clases populares y busca gente un poco extraña como Trump o Salvini. Lo que quieren decir es: 'Existimos y somos diferentes de vosotros que vivís en París, Madrid o Barcelona, pero queremos formar parte de la sociedad'.

El hecho de que las zonas rurales del interior sean más nacionalistas hace pensar en el conjunto de las clases populares periféricas de Europa y en su voluntad de preservar un capital cultural: cuanto más frágil es tu posición social, más profundo es este sentimiento. Las clases populares están perdidas en la lógica de la globalización, de ahí su voluntad de protegerse preservando su capital cultural.
Iñaki Gil, entrevista a Christophe Guilluy: "Sólo las regiones ricas como Catalunña buscan la independencia: es la secesión de las élites", el mundo 02/07/2019
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/07/02/5d1a02a521efa0c5078b4660.html



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