Legalisme, democràcia i avorriment.



Sucede que la izquierda socialdemócrata ha representado, históricamente, a una clase social muy vinculada a la industria. Hoy, sin embargo, debe reinventarse en países donde un inmenso porcentaje de la población ha cambiado la industria por el sector servicios. ¿Cómo haces socialdemocracia sin obreros? La izquierda se ve en la tesitura de tener que preocuparse más por los precarios que por los miembros de los sindicatos. Así que debemos ser críticos con la izquierda, sí, pero también entender el panorama al que se enfrenta.

Una de las cosas más interesantes del 68 es que ninguno de los revolucionarios de entonces tenía un plan económico. En el 68 no importaban ni el programa ni el desarrollo de las ideas, sino el eslogan, el espectáculo y la atracción de lo inmediato. A los tecnócratas cada vez les cuesta más decir que la política tiene un elemento aburrido, un elemento de planificación y de legalismo, que no es excitante ni sexy pero sin el cual la política se convierte en un juego peligroso. Entiendo a quienes se quejan del exceso de tecnicismos, pero al mismo tiempo creo que, del 68 en adelante, se produce una reducción de la política al eslogan. Para algunos la política es un elemento redentor; algo que da sentido a su vida. No obstante, si convertimos la política en eso vamos por el mal camino. Soy partidario de una política aburrida. Debemos asumir que no es en la política donde debemos encontrar la realización de nuestros sueños. No asumir el elemento burocrático, tecnocrático, negociador, legalista y de separación de poderes es muy peligroso. Lo hemos visto con Cataluña, con el Brexit, con Trump. Cuidado con hacer la política demasiado interesante; luego pueden venir los problemas.

Borja Bauzá, entrevista con Ramón González Férriz: "Soy partidario de una política aburrida ...", the objetive 30/01/2018

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