Religió i esperit del capitalisme.


Max Weber
Se está tan poco rato en este planeta que basta con el sonido de una tarantela durante una larga y placentera sobremesa con amigos a la sombra de una parra para justificar toda la existencia. Esta moral filosófica del sur ante la vida, el hecho de que aquí la razón exija ir en busca del placer a como dé lugar, no es compatible con la idea de que a este mundo se ha venido a trabajar y a ser responsable. La moral calvinista es una forma muy dura de salvación frente a la laxitud con que en el confesonario católico se perdonan todos los pecados, incluso los más execrables. Recibida la absolución el pecador puede irse al bar a tomar un par de cañas como si no hubiera pasado nada; en cambio el protestante boreal se adentra cada noche en la oscuridad con la culpa pegada a la nuca como una niebla por no haber sido recto y eficiente del todo durante el día. Bajo la creencia de que el éxito económico era una prueba de la gracia divina los calvinistas fundaron su dicha en el ahorro y en la contabilidad. Ellos desarrollaron un capitalismo muy recio, mientras los católicos contemplaban el paso de unas nubes cargadas de oro por la veleta del campanario. De hecho el dilema que divide a los países del norte y del sur en Europa hoy todavía es el mismo que se plantea en cualquier atraco a mano armada: elegir entre la bolsa o la vida.

Manuel Vicent, Dilema, El País, 15/01/2012
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