Monoteisme dels diners.
Muestra de pertenencia a la especie humana es la erección del
dinero
en deidad, amarlo sobre todas las cosas, como lo es sin duda alguna la
complacencia en el abuso del indefenso, o como lo es la necrofilia. Sólo los
humanos hacemos tales cosas, si bien es cierto que podríamos hacer otras...
Y el problema es el de la compatibilidad con estas otras cosas
que cabría hacer. No se trata tanto de que un individuo no reúna en sí pulsiones
divergentes, máximas subjetivas de las que son motor diferentes finalidades.
El problema es que más aun que el Dios de Abraham, el dinero no tolera
competencia de otro señor.
Y las ocultas inclinaciones de alguno de los que le sirven son pronto desenmascaradas, sin que importe mucho el carácter de las mismas. Sólo lo que por añadidura se desprende de la devoción al dinero mismo es tolerado. No cabe aquí una disposición equivalente a la de los grandes de la pintura que encontraban en los pasajes evangélicos ocasión para una profunda inmersión en las almas de los hombres y una búsqueda de las técnicas para expresarlas. Esta nueva deidad se impone realmente como el absoluto y en pos de su propia gloria se sacrificará todo aquello que haya de ser sacrificado, empezando por el animal humano que (en razón de su desmesura aunque también de su cobardía y ceguera) lo erigió precisamente en deidad.
Y en la medida en la que los Slim y los Gates se erigen en
modelos, en cada uno de nosotros el paradigma del hombre se transforma, y con
ello inevitablemente nuestra efectivo comportamiento en el seno de la vida
social y de la vida natural, suponiendo todo ello una suerte de mutación en los
rasgos que nos singularizan en relación a los otros animales.
Víctor Gómez Pin, Solo por añadidura, El Boomeran(g), 10/04/2012
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