Ara ja s'hi pot dir la veritat.
Hay gente que se pasa el día buscando las gafas y gente que se deja la verdad en cualquier parte y luego no la encuentra. Dice Jesús Aguirre, ilustre miembro del PP, que ahora que no están en campaña y que han pasado las elecciones andaluzas pueden decir la verdad. La cuestión es que hace tanto tiempo que no la usan que no saben si buscarla en el burdel, en la sacristía o en el cesto de costura. De hecho, y mientras rezan los siete padrenuestros de rigor a San Antonio, patrón de las cosas perdidas, continúan mintiendo como cosacos. Así que tras subir los impuestos que no iban a subir y abaratar el despido que no iban a abaratar, se apuntan ahora al copago, por el que tanto rechazo manifestó el mismísimo Rajoy, que también había prometido no referirse nunca la herencia recibida. El caso es que cuando por fin, según Jesús Aguirre, podrían dedicarse al cultivo de la verdad, no la encuentran, pues ni siquiera saben dónde la han perdido. Yo creo que te la di a ti. No, no, yo ni la he tocado.
En efecto, hay gente que ni la ha tocado, de modo que por más voluntad que
ponga en decir la verdad, no le salen más que mentiras cuando abre la boca. Ahí
tienen al ministro Wert asegurando, como si se lo creyera, que el deterioro en
las condiciones de trabajo no provoca efecto alguno en la calidad de la
enseñanza. O a Montoro, proclamando con toda la cara que la amnistía fiscal
ofrecida al crimen organizado no es una amnistía fiscal ofrecida al crimen
organizado. En cuanto a De Guindos, no deja de asegurar que el Gobierno sabe qué
hace y adónde se dirige, cuando es evidente que corren de un lado a otro,
colocando parches al tuntún, como un grupo de pollos sin cabeza. Ahora podemos
decir la verdad. El problema, primero, es averiguar dónde nos desprendimos de
ella y, segundo, reconocerla, pues ni nos acordamos ya de cómo es.
Juan José Millás, Pollos sin cabeza, El País, 20/04/2012
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