On es va generar la vida?
Adentrarnos en los
senderos de un bosque, sumergirnos en las cálidas aguas de un arrecife de coral
o analizar al microscopio una gota de agua de una laguna son experiencias muy
gratificantes, de las cuales extraemos una misma conclusión: existe una
enorme biodiversidad en la naturaleza y son muchas las especies que se
relacionan entre sí en cualquier ecosistema.
Fascinado por la
diversidad de la vida, en 1859 Charles Darwin recogió en su libro El origen
de las especies las evidencias que mostraban la evolución de los seres
vivos por selección natural. Además, en el último párrafo de esa iluminadora
obra sugirió por primera vez que todas las formas de vida podrían
haberse derivado “de un corto número de formas o de una sola”.
Darwin volvió a retomar esta idea revolucionaria en su libro La
variación de los animales y plantas domesticados, de 1868. Tres años después, en
una misiva al botánico Joseph D. Hooker, planteó que la vida podría
haberse originado en “una pequeña charca de agua templada que contuviera todo
tipo de sales de fósforo y amonio, luz, calor, electricidad y carbono, en la
cual un compuesto proteico se formara químicamente, quedando listo para sufrir
cambios aún más complejos”.
Darwin desconocía la naturaleza del
material genético, las leyes de la herencia, los mecanismos moleculares que
operan en los seres vivos y la complejidad del mundo microbiano. Pero su
enorme intuición le llevó a plantear las dos estrategias que en la actualidad
utilizamos para investigar sobre el origen de la vida.
La
primera de ellas parte de la química más simple -hoy pensamos que estaría activa
hace ya unos 4.100 de millones de años (Ma), es decir, unos 450 Ma después de
que se formara nuestro planeta- hasta llegar a esa forma especial de la materia
que es capaz de auto-reproducirse y evolucionar -tal vez operativa hace 3.800
Ma-. Esta línea de trabajo prosiguió su camino científico con las
hipótesis de Alexander Oparin y John Haldane durante la década de 1920,
y cobró un impulso fundamental gracias al primer experimento de química
prebiótica llevado a cabo por Stanley Miller en 1953.
Un viaje al pasado
Desde entonces, el origen de la vida es un tema de
investigación abordable por la ciencia experimental. Así, en muchos laboratorios
se trabaja sobre la síntesis de los monómeros biológicos (aminoácidos, azúcares,
nucleótidos o lípidos simples) en condiciones abióticas, su polimerización hasta
formar macromoléculas biológicas como proteínas y ácidos nucleicos (RNA y DNA),
y la auto-organización de estas últimas para originar estructuras
progresivamente más complejas.
La segunda aproximación consiste en
viajar hacia el pasado por medio de la comparación de los genomas y
metabolismos de los seres vivos actuales, asumiendo que las
características que más organismos comparten han de ser las más antiguas.
Utilizando esta lógica, ¿sería posible llegar hasta un antepasado común de todos
los seres vivos que alguna vez se han desarrollado en nuestro planeta?
La respuesta es afirmativa, y de hecho su existencia fue demostrada por
Carl Woese y colaboradores a partir de la década de 1970, gracias al análisis
comparativo de determinados genes presentes en todas las especies conocidas.
Así, más de un siglo después de ser propuesto por Darwin, se corroboraba que
todos los organismos compartimos ese antepasado común, bautizado como
“progenote” o LUCA -por las siglas en inglés de “Último Ancestro Común
Universal”-. LUCA vivió en un período que podemos acotar entre los
3.800 y los 3.500 Ma, puesto que en rocas de hace 3.500 Ma ya se han hallado
fósiles de microorganismos evolucionados.
Esta especie ocupa la parte más
alta del tronco común del árbol de la vida, y a partir de ella se dividieron los
tres grandes grupos de organismos: Bacteria, Archaea y Eukarya. Las bacterias y
las arqueas, habitantes mayoritarios de nuestro planeta, son procariotas, seres
vivos unicelulares que carecen de núcleo. Muchas bacterias son
imprescindibles para que los eucariotas vivamos, pero hay otras que pueden
causarnos enfermedades.
Entre las arqueas se encuentran la
mayoría de los microorganismos que viven en los ambientes extremos de la Tierra.
Por su parte, los eucariotas son seres vivos uni o pluricelulares cuyas células
poseen orgánulos especializados y un núcleo celular diferenciado: protistas,
plantas, hongos y animales. Entre estos últimos, nosotros. Nuestra
especie no es sino una de las decenas de millones de ramas del árbol de la vida
actual, y no estamos ni más ni menos evolucionados que las demás. Todas
descendemos de LUCA.
Esa especie de la que todos somos herederos está,
evidentemente, extinguida. Por tanto, no podemos estudiarla directamente. Aun
así, es posible acotar muchas de las propiedades de LUCA comparando los
organismos actuales a nivel molecular, y aplicando la lógica evolutiva. En
primer lugar, era una especie unicelular y sin núcleo, quizá similar en
complejidad a los procariotas actuales. Fue el resultado muy perfeccionado de
una línea evolutiva que había combinado con éxito las tres características
básicas para la vida tal como la conocemos: un material genético capaz
de producir copias de sí mismo, un compartimento definido por una membrana
lipídica, y un metabolismo para captar y transformar la materia y energía de su
entorno.
De hecho, las redes metabólicas que funcionaban en LUCA
eran básicamente las mismas que en cualquiera de los seres vivos actuales.
Muchos científicos trabajamos con la hipótesis de que pudo existir una etapa
anterior a LUCA, denominada Mundo RNA', en la que tanto el archivo de la
información genética como las actividades metabólicas básicas pudieron recaer en
un único tipo de macromolécula: el RNA. En cualquier caso, en nuestro
ancestro común ya se había fijado el flujo de información genética en el sentido
DNA- RNA -proteína, lo que desde entonces ha caracterizado toda la vida
celular.
Biología sintética
Se está estudiando cómo podría ser el genoma de LUCA,
y tanto los análisis de los genomas bacterianos más cortos que se conocen como
diversos modelos computacionales parecen mostrar que su número de genes estaría
comprendido entre los 200 y los 1.000. Además, en el ámbito de la
llamada “biología sintética” se está tratando de construir sistemas muy
sencillos capaces de auto-reproducirse y evolucionar, sugiriendo así
mecanismos quizá explorados por la naturaleza en su camino hacia
LUCA.
Cada vez nos aproximamos más al primer antepasado en la genealogía
de todas las especies. Entre las múltiples cuestiones que siguen abiertas sobre
el origen de la vida están si el complejo proceso que llevó de la química
prebiótica a LUCA tuvo lugar en ambientes calientes o fríos, y si las primeras
células extraían la energía de las rocas, de la luz solar o de los compuestos
orgánicos disponibles. Además, en la actualidad nos estamos preguntando algo aún
más sugerente: si alguna vez encontramos seres vivos en Marte u otro
cuerpo del sistema solar, ¿serán también descendientes de LUCA? Y, si
la respuesta fuera afirmativa, ¿serán ellos quienes emigraron, o bien nuestro
origen es extraterrestre?
Carlos Briones, Buscando a Luca, El Cultural, 13/04/2012
http://www.elcultural.es/version_papel/CIENCIA/30879/Buscando_a_Luca
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