Contaminacions.


Sólo nos puede contaminar la aldea global, nunca el hombre de carne y hueso.

Dentro del imperio mundial de un mercado salvaje al cual los Estados "dejan hacer", de vez en cuando es estupendo que el Estado pueda aparecer otra vez como patriarca en una campáña fácil (contra el tabaco). Mejor aún, para compensar el entorno feroz, como matriarcal, preocupándose por nuestra salud, no permitiendo que nos lesionemos ni que el prójimo nos haga daño. Un Estado que se puede presentar así, casi como un "canguro", no puede ser malo, tiene derecho a tenr razón incluso cuando más podríamos dudar de él. Deliciosos tiempos postmodernos donde el sujeto mismo es puenteado por un Ello del mercado que se casa cada día con el Superyó del Estado.

Ignacio Castro Rey, Votos de riqueza, Antonio Machado Libros, Madrid 2007

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