Com assolir una consciència biosfèrica?
Para resucitar la economía mundial y revitalizar la biosfera, lo que ahora necesitamos es, nada más y nada menos, que dar, en menos de una generación, el salto hacia una conciencia empática mundial. La cuestión es la siguiente: ¿cuál es el mecanismo que permite la maduración de la sensibilidad empática y la expansión histórica de esa conciencia?
Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.
Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.
Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.
Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.
Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.
Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?
Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.
Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.
Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.
Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.
Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.
Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?
Jeremy Rifkin, La civilización empática, El País 19/03/2010
http://www.elpais.com/articulo/opinion/civilizacion/empatica/elpepiopi/20100319elpepiopi_11/Tes?print=1
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