El que els polítics fan.
Estamos acostumbrados a que los políticos nos mientan. O que nos digan una cosa y hagan otra. En algunos países los gobernantes no parecen incurrir en mayores costes cuando mienten, o cuando prometen lo que todos saben que no se cumplirá o describen la realidad de maneras que nada tienen que ver con lo que de verdad sucede. Estas son tendencias universales y son excepcionales los países en los cuales esto no ocurre. Pero es peligroso acostumbrarse tanto. Esta tolerancia ha hecho que en algunos países la complacencia del público con las flagrantes mentiras de los gobernantes o con la hipocresía de los políticos alcanza niveles insólitos. Nos hemos acostumbrado tanto a que nos mientan que ya no nos importa; es parte de un juego en el que todos participamos. Los gobernantes mentirosos saben que sabemos que nos están mintiendo y que, o no nos importa, o no hay nada que podamos hacer al respecto. Cuentan también con el hecho de que la mayor parte de la población no presta mucha atención a lo que dicen, y que quienes sí prestan atención tiene la memoria corta.
En todo esto juegan un rol crítico los medios de comunicación y la buena noticia es que las nuevas tecnologías como Google o YouTube facilitan el recuento de las promesas incumplidas, las mentiras y las contradictorias posiciones de gobernantes y políticos. Siempre y cuando, claro está, esos líderes no tengan el control de los medios, incluyendo Internet. O que a la población le importe que le mientan.
Moisés Naïm, Tramposos, hipócritas y mentirosos, El País, 28/02/2010
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Tramposos/hipocritas/mentirosos/elpepiint/20100228elpepiint_7/Tes?print=1
En todo esto juegan un rol crítico los medios de comunicación y la buena noticia es que las nuevas tecnologías como Google o YouTube facilitan el recuento de las promesas incumplidas, las mentiras y las contradictorias posiciones de gobernantes y políticos. Siempre y cuando, claro está, esos líderes no tengan el control de los medios, incluyendo Internet. O que a la población le importe que le mientan.
Moisés Naïm, Tramposos, hipócritas y mentirosos, El País, 28/02/2010
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