Neuromodulació, el futur per a la millora de la salut mental.
La compañía sueca Flow Neuroscience anuncia sus auriculares como una forma de “dejar de sufrir depresión [y] volver a sentirse vivo”. La británica Nurosym promete que sus auriculares son capaces de “mejorar la salud sin cirugía ni medicamentos”. Neurode, una startup australiana, afirma que está desarrollando una diadema capaz de “mejorar la concentración, el control de los impulsos y la memoria” en personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Los fabricantes de esos productos milagrosos afirman que funcionan mediante neuromodulación: una estimulación artificial del cerebro diseñada para alterar su actividad. Los médicos llevan décadas utilizando técnicas similares en entornos clínicos para tratar trastornos como la depresión, la esquizofrenia y el tinnitus. La venta directa de dispositivos a los consumidores ofrece la promesa de un tratamiento en la comodidad del propio hogar.
La teoría apunta a que deberían tener algún efecto positivo. Los pensamientos y sentimientos de las personas se rigen por señales electroquímicas que se transmiten a través de las neuronas del cerebro, lo que significa que es posible utilizar corrientes eléctricas y campos magnéticos aplicados externamente para estimular o suprimir la actividad neuronal. Las neuronas que se activan muchas veces (o se quedan en silencio) juntas deberían ser más propensas a hacerlo en otros momentos; ello, en principio, puede provocar cambios cognitivos a largo plazo. La terapia electroconvulsiva (TEC), por ejemplo, alivia la depresión induciendo convulsiones en el cerebro.
La neuromodulación adopta un enfoque más suave. El tipo más estudiado es la estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr), que consiste en encender y apagar una bobina magnética colocada sobre la cabeza. Diversas pruebas controladas aleatorizadas han demostrado que la EMTr puede aliviar la depresión clínica cuando otras formas de tratamiento han fracasado. Sin embargo, las pautas exigen que el procedimiento sea realizado por profesionales cualificados: los pulsos repetitivos pueden provocar convulsiones si no se administran correctamente, y las máquinas son complejas y caras.
Existen otras técnicas aun más suaves. La estimulación transcraneal con corriente directa (tDCS), el método utilizado en los dispositivos de Flow Neuroscience y Neurode, consiste en hacer pasar una corriente eléctrica continua entre electrodos colocados sobre la cabeza. La cantidad de corriente eléctrica utilizada es muy pequeña: 1-2 miliamperios, menos del 0,2 % de la utilizada en la TEC. Eso, junto con el hecho de que no sea necesario encender y apagar el equipo, hace que la tDCS sea un método sencillo y más seguro de neuromodulación.
El dispositivo de Nurosym es igualmente fácil de usar y recurre a un dispositivo similar para estimular el nervio vago (que conecta el cerebro, el corazón y el tracto digestivo) con el fin de reducir el estrés (regulando la frecuencia cardíaca y la respiración), disminuir la inflamación y, quizás, mejorar el estado de ánimo.
El potencial de esos dispositivos domésticos podría ser enorme. El Servicio Nacional de Salud británico ya ofrece acceso a los auriculares de Flow como parte de un programa piloto para tratar la depresión. Sin embargo, la mayoría de los ensayos controlados aleatorizados no han arrojado hasta ahora resultados concluyentes.
Las cosas podrían cambiar. Una dificultad que ha existido desde hace tiempo en la recopilación de datos fiables ha sido encontrar un placebo eficaz con el que comparar un dispositivo de neuromodulación operativo. Según un estudio publicado en octubre en la revista Nature Medicine, un experimento superó dicho obstáculo utilizando auriculares falsos que parecían reales. Sus autores descubrieron que, de 174 pacientes, los tratados con tDCS durante diez semanas informaron de una reducción significativa de los síntomas de depresión. Es posible que otros estudios sigan ese ejemplo.
The Economist, ¿Pueden los estimuladores cerebrales domésticos hacernos sentir mejor?, La Vanguardia 10/05/2025
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