Els perills de la filosofia.
En Cómo renovar la filosofía, Hilary Putnam, uno de los filósofos más importantes del último cuarto del siglo pasado y comienzos de este, escribía: “La falta de responsabilidad filosófica de una década puede convertirse en la tragedia política real de unas décadas más tarde”. Esta es una frase que he tenido muy presente desde que la leí hace años, porque creo que ilumina un aspecto importante de nuestra época. De hecho, cuando alguien me habla de la inutilidad de la filosofía suelo contestar que en ocasiones desearía que fuera tan inútil como se dice, pero que por desgracia la mala filosofía ha sido muy útil a algunas personas para dañar de múltiples maneras a muchas otras, a veces de formas atroces. Aunque, en mi ingenuidad, también creo que la buena filosofía ha sido útil para alcanzar algunos beneficios importantes, como la conquista de los ideales democráticos y de los derechos humanos. No es que las personas que detentan el poder necesiten de la filosofía para ejercerlo a su antojo, pero sí que les resulta conveniente encontrar en la filosofía justificaciones para legitimar sus acciones ante la opinión pública, e incluso para movilizar en su favor a los que se muestran más tibios en apoyo de esas acciones. Buscan una cosmovisión, como se decía antes, para enmarcar y blanquear su política nefasta. E incluso puede que llegaran a ejercer esa política llevados de esa mala filosofía.
Algunos magnates tecnológicos han quedado entusiasmados con la doctrina de la “Ilustración oscura”, que coincide al menos en tres de las ideas que se están forjando en Rusia: el desprecio por la democracia, el nacionalismo y la confianza desmedida en la tecnología. Las similitudes entre ambos movimientos quizá expliquen en parte las peculiares relaciones entre Trump y Putin. La Ilustración oscura (o NRx) es un movimiento neorreaccionario promovido por el multimillonario Peter Thiel, fundador de PayPal, junto con Elon Musk, con Nick Land, filósofo británico aceleracionista, que fue quien acuñó su denominación, y con el informático y bloguero Curtis Yarvin, uno de sus más influyentes teóricos (J. D. Vance lo cita de vez en cuando) y más radicales portavoces (ha defendido encerrar en sótanos conectados a una realidad virtual a las personas improductivas).
Esta filosofía mantiene conexiones con el transhumanismo, con el que simpatizan algunos de sus partidarios, y propugna poner fin a lo que Yarvin, influido al igual que Dugin y Prokhanov por el filósofo fascista y ocultista italiano Julius Evola, considera el “fallido experimento democrático de los dos últimos siglos”. Reclama volver a formas de gobierno del Antiguo Régimen, como cesarismos, monarquías absolutas y sistemas tecnofeudales gestionados por una aristocracia de expertos. El monarca absoluto debería gobernar al modo en que lo haría un gran empresario tecnológico, es decir, al modo en que lo haría alguno de sus convencidos seguidores en Silicon Valley, si es que ese monarca o dictador no debiera ser directamente uno de ellos.Yarvin defiende el supremacismo y la eugenesia y cree que el fascismo y el comunismo fueron formas perversas de democracia. Uno de los objetivos principales de la Ilustración oscura es acabar con el poder de lo que llaman “la Catedral”, es decir, las instancias que controlan el discurso globalista predominante: las universidades de élite, especialmente Harvard, los medios de comunicación progresistas y las agencias estatales. Si Yarvin no oculta su deseo de acabar con la democracia en los Estados Unidos, Thiel, que como Elon Musk ha sido un apoyo financiero fundamental en la victoria de Donald Trump, sostiene que democracia y libertad son en realidad incompatibles. Obviamente está pensando en la libertad de mercado. El enorme poder de las compañías tecnológicas que dirigen o en las que están implicados los defensores de la Ilustración oscura está propiciando que su influencia se extienda con rapidez, por ejemplo, entre los partidos europeos de extrema derecha.
Algunas de sus medidas ya han sido asumidas por el movimiento MAGA. Lamentablemente, todo indica que, como señaló Putnam, van a ser filosofías capaces de convertirse en la tragedia política real de unas décadas más tarde. Probablemente, lo están haciendo ya.
Antonio Diéguez, El ataque filosófico a la democracia, El Confidencial 03/05/2025
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