Soberano: ¡Es cosa de hombres!
Debo confesar en este punto que, a pesar del grandísimo prestigio acumulado
por la definición de soberano de Schmitt
(“el que puede declarar el Estado de Excepción”, o sea, el que puede saltarse
la ley y, en definitiva, el que puede declarar la guerra, diciendo así quiénes
son los amigos y quiénes los enemigos), la fórmula siempre me ha recordado la
acuñada en la década de 1960 por los publicistas de la empresa González Byass
para un brandy español no casualmente llamado Soberano, y casi tan
políticamente incorrecta como las consignas de Schmitt: ¡Es cosa de hombres!
Hombres naturales cuya virilidad no estuviese reblandecida por la relajación
del Estado del bienestar, hombres-hombres, hombres auténticos (y no este
simulacro en el que nos hemos convertido los ciudadanos varones), capaces de
saltarse la ley vigente, como hizo el general Franco –ese “universal concreto”
bajito- para proteger el derecho sagrado del pueblo español a la vida, para
crear otra legalidad nueva con la violencia de su fusil y de su sable.
El virus Schmitt
José Luis Pardo, Estudios
del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas,
Anagrama, Barcelona 2016
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