L'emancipació, segons Rancière.


" Digamos, en primer lugar, que para mí el concepto esencial es el de emancipación. He intentado repensar las nociones de política y de democracia a partir del mismo, pero es sobre todo este concepto el que ha sido decisivo para mí, porque implicaba un cuestionamiento de algunas oposiciones que delimitan habitualmente el lugar de la política (lo político contra lo social, o lo privado contra lo público). Ha determinado mi distancia en relación con cierta visión arendtiana que contrapone la excelencia del ejercicio político y la libertad a las formas de superposición de la necesidad social. Sabemos cuál es el papel que los pensadores de derecha le han hecho jugar entre nosotros para estigmatizar a los movimientos sociales.

La emancipación es la refutación en acto de este reparto a priori de las formas de vida. Es el movimiento por el cual los y las que se situaban en el mundo privado se afirman capaces de una mirada, de una palabra y de un pensamiento públicos. Lo cual puede comenzar con aquellos nueve honestos trabajadores evocados por E.P. Thompson, que una tarde de marzo de 1792 se reunieron en una taberna londinense y fundaron allí una sociedad con un número ilimitado de miembros para afirmar el derecho de todos a elegir a los miembros del Parlamento. Lo cual comienza también cuando los obreros que están en conflicto con sus patrones, en el París de los años 1830, utilizan su huelga no sólo como medio de presión de un grupo de individuos sobre un individuo particular sino como acción pública de obreros en tanto tales obreros; o cuando Rosa Parks, en Montgomery en 1955, convirtió un acto privado -sentarse en una plaza libre [de autobús, N. del T.]- en una manifestación pública -suprimir por su cuenta el reparto de asientos en función del color de la piel. El corazón de la emancipación consiste en declararse capaz de aquello por lo que una determinada distribución de sitios te niega la capacidad, de declararse capaz como representante cualquiera de todos aquellos cuya capacidad es negada de manera similar. La emancipación funda una idea del universal político no ya como aplicación de la ley común a los individuos sino como proceso de desidentificación, es decir, de salida por fractura de un determinado estatus sensible, de un lugar concreto en el orden de lo visible y de lo decible, en la distribución de los lugares y de los tiempos. Es a partir de esta desidentificación que he repensado la democracia como el poder de los sin-parte, es decir, de aquellos que no representan a ningún grupo, función o competencia particulares.»

Jacques Rancière, extracto de una entrevista publicada en la revista francesa Vacarme.

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