L'èxit de la tecnologia antropomorfa.








La naturaleza humana ha inspirado el desarrollo tecnológico y ha sido a la vez su principal objetivo. Los ejemplos podrían alargar una lista interminable. Pero por lo general se ha asumido que el hombre tiene siempre que salvar la brecha aprendiendo a usar la tecnología: es preciso practicar el equilibrio sobre la bicicleta, el manejo de un embrague, adiestrarse con la cortadora de césped o incluso adecuar la postura a unas tijeras.

Sin embargo, el éxito de la revolución de las TIC ha descansado en buena medida en su decidida apuesta por la convergencia antropomorfa. Porque si el ser humano destaca como especie es por su singular capacidad para percibir, procesar e intercambiar información. Y por ello, aquellas tecnologías dedicadas a la información han entendido como esencial que su éxito depende de su capacidad para aprender de los mecanismos humanos que la manejan y adaptarse a ellos lo más posible. Pues uno no tiene que aprender a ver, ni a tocar, ni a oler, ni a sentir, ni a gustar. O al menos lo hace de una forma tan natural y temprana que las TIC han cifrado en gran medida su éxito en aproximarse al máximo posible a estas cinco interfaces humanas.

En ese sentido, las TIC llevan más de medio siglo imitando y aproximándose a la figura humana, convergiendo en ella. Por ejemplo:

1.La fabricación de transductores para la instrumentación electrónica ha tratado de emular nuestros órganos sensoriales, como en el altavoz o los micrófonos del teléfono.


2.Las técnicas de predicción, compresión y codificación de datos se han desarrollado según los perfiles y el conformado del tráfico que generan los seres humanos, por ejemplo en los del tracto vocal humano para los codecs de las primeras redes móviles GSM.


3.Los métodos de redundancia en el intercambio de información emulan los de la comunicación natural humana, como la expresividad oral, e implementan sistemas de asentimientos cruzados como los ACKs del protocolo TCP de Internet.


4.Emulando a las conversaciones humanas, se han desarrollado mecanismos para resolver problemas de simultaneidad en el intento de transmitir en medios compartidos, como en el protocolo de CSMA/CA, o la multiplexación por código, como en el protocolo CDMA, al estilo de las conversaciones simultáneas entre dos hablantes y dos sordomudos, o entre hablantes de distintos idiomas.


5.La programación orientada a objetos o las últimas tendencias en no code o low code tratan de simplificar y hacer intuitivo el desempeño natural humano en medio de los objetos y el lenguaje natural, para hacer familiar el diseño y uso de aplicaciones.


6.La explosión de la IA generativa, con el desarrollo de los LLMs, descansa en su capacidad para haber mejorado enormemente la interacción humano-máquina, enfocándose obsesivamente en maximizar la función que hace verosímil su producción y procesamiento de lenguaje natural humano.

Las compañías que han sabido parecerse y facilitar la vida al usuario, mejorando su experiencia, han logrado triunfar. Las pantallas táctiles, por ejemplo, mucho más dóciles que el intrincado uso de un teclado o un ratón, han disparado la usabilidad de los dispositivos, expandiéndose entre niños y mayores. Los algoritmos que rastrean el uso real de aplicaciones y realimentan su diseño han permitido que distintas plataformas de contenido de vídeo o música hayan triunfado haciendo que los usuarios fluyan y se mantenga fieles, hasta niveles en ocasiones adictivos. De hecho, parece que las empresas utilizarán el neurofeedback para personalizar productos y experiencias.No obstante, cabe recordar que, aunque aún manido, el mito de los nativos digitales supuestamente capaces de fluir naturalmente con la tecnología está más que desacreditado: la familiaridad desde la infancia con ella no garantiza automáticamente un entendimiento profundo de cómo funciona realmente o cómo usarla de manera efectiva y creativa. Las habilidades digitales requieren de aprendizaje y no son una cuestión generacional. La brecha sigue siendo un reto que se reabre, especialmente con cada innovación.

Por eso, cualquier desarrollo de la tecnología que facilite salvarla siempre debe poner en el centro esta versión adaptada de la máxima de Protágoras. La ingeniería del software y la del hardware, de hecho, llevan décadas entendiendo que la incorporación de psicólogos, antropólogos o sociólogos es esencial para evitar el rechazo tecnófobo o simplemente neófobo a los nuevos terminales y aplicaciones. Con ello, el éxito de esta convergencia antropomorfa de las TIC es razonablemente indiscutible: para la mayoría se aprende mucho antes a hablar por teléfono, ver la tele, navegar por Internet, o enviar un email que a conducir, a cocinar o a hacerse un nudo de corbata.Internet era una buena idea de finales de los años sesenta del siglo pasado. Iba a permitir conectar ordenadores a través de una red en la que podrían intercambiar información de forma distribuida y resiliente, creando valor aprovechando el sorprendente efecto red. Además, la ley de Moore prometía proporcionarnos ordenadores potentes y baratos en cuestión de tiempo. Así, la emergencia a principios de los noventa de los protocolos HTTP dio un impulso muy relevante. Pero hasta que la telefonía móvil con acceso a Internet, y en particular los smartphones, no irrumpieron hasta mediados de la primera década del siglo XXI2, el número de usuarios de Internet no explotó mundialmente. Y en ello tuvo un papel central la aproximación antropomorfa, en varios aspectos. Baste mencionar dos de ellos que resultaron claves:

Adaptarse a la realidad inalámbrica humana fue determinante. No hay que perder de vista que el único enchufe físico del ser humano acaba cuando se corta su cordón umbilical. La movilidad hizo a Internet ubicua. Anytime, anywhere.

A pesar de las inmensas transformaciones socioculturales, seguimos contando con el mismo par de bolsillos que hace siglos. Esta obviedad tan simple chocaba con las innovaciones TIC. Era inhumano hacernos cargar con la multitud de dispositivos que nos ofrecía la nueva era digital. Eso forzó su convergencia hasta hacer del smartphone el dispositivo que reunía lo que antes estaba distribuido en varios (cámaras digitales, reproductores de música, teléfonos, agendas electrónicas, geolocalizadores, tarjetas bancarias, tarjetas de identidad,…).

Javier Jurado, Protágoras y el Metaverso, Ingeniero de letras 20/02/2024

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