Entre l'animal i la màquina.





... la genética dice que otras especies se parecen muchísimo a la nuestra, pero lo hace cuantitativamente, y lo que es decisivo es la calidad de la diferencia, no la cantidad del parecido.

La inteligencia humana tiene tres dimensiones: cognoscitiva, estética y ética, que no son disociables, están entrelazadas. Yo no veo ese entrelazamiento en ningún algoritmo. Ante el conocimiento, la subjetividad desaparece, porque lo que pesa es el objeto, que legisla, y pone de acuerdo a una multiplicidad de sujetos. La opinión, en la ciencia, cuenta poco. La objetividad, en cambio, aplica poco a la ética o casi nada al juicio estético. Lo más impresionante que yo he visto ha sido la existencia de AlphaFold, cómo predice el pliego de polipéptidos de las proteínas. Es un ejemplo increíble de lo cognoscitivo. En el campo de la ética, pongo el ejemplo en el libro de LaMDA y su diálogo kantiano con un ingeniero de Google. Y en el de la estética también hay obras hechas por máquinas que nos desconciertan.

... de momento hay mayores razones para creer que los algoritmos alcanzan el estilo de un pintor, su sintaxis, pero no la excelencia particular, la semántica. Un robot podrá interpretar una pieza de piano con virtuosismo, pero difícilmente conseguirá que el público se ponga en pie, que emerja la intersubjetividad. El día que vea a otras máquinas aplaudiendo emocionadas a una de ellas, a la que ha tocado la pieza, ya hablaremos. De momento, por otro lado, hay que recordar que las entidades maquinales son producto del hombre. No podemos escapar de esa mirada, la nuestra. Y sólo nosotros éticamente nos preocupamos por ellas.

Yo siempre he creído que las relaciones humanas están determinadas por la palabra, hasta en el erotismo. Leyendo la experiencia del ingeniero de Google con LaMDA, no descarto la relación erótica entre ellos. Yo me casaría con una entidad maquínica que alcance la razón humana. En el caso de los animales, creo que estamos muy lejos de eso. Como productos de la evolución, estamos más ligados a ellos, que también lo son, que a las máquinas, que son productos de nuestra propia inteligencia. Si algún día desaparecemos y ellas siguen su curso, no se podrá hablar exactamente de evolución, porque la naturaleza no daría lugar al teléfono móvil. La IA es hija de la tekné, que como decía Aristóteles nos hace lo que somos.

Jorge Carrión, entrevista a Victor Gómez Pin: "También tengo derecho a mis sesgos, como el algoritmo", La Vanguardia 21/04/2025

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